Por MSF.-Conflictos internos, enfrentamientos en el vecino Sudán, desplazamientos, malas cosechas y un sistema de salud debilitado por años de guerra han provocado una serie de emergencias en cadena en el país más joven del mundo. Médicos Sin Fronteras (MSF) está ampliando rápidamente sus actividades para dar cobertura a miles de personas afectadas.
Seis meses después del nacimiento de Sudán del Sur como país independiente, varias emergencias requieren respuestas humanitarias urgentes. La organización médico-humanitaria internacional Médicos Sin Fronteras (MSF) ha ampliado su intervención en el estado del Alto Nilo con actividades de plena emergencia para responder a la afluencia de miles de refugiados que huyen del conflicto en el vecino Sudán. Por otro lado, MSF ha puesto en marcha un programa de nutrición suplementaria en torno a la ciudad de Agok, en el norte del estado sursudanés de Bahr al Ghazal, ante la perspectiva de una escasez de alimentos que pondrá en riesgo de desnutrición a muchos niños en los próximos meses.
La guerra de 22 años de duración que finalizó en 2005 dejó la provisión de atención sanitaria de Sudán del Sur en un estado grave que podría describirse como una emergencia en toda regla. Ahora, en la disputada zona de Abyei entre los dos Sudanes, un reciente conflicto ha obligado a la población local a escapar más al sur, lo que ha provocado ya el desplazamiento de unas 100.000 personas. Otros conflictos al otro lado de la frontera, especialmente en los estados sudaneses del Nilo Azul y Kordofán del Sur, han obligado a decenas de miles de refugiados a cruzar la frontera hacia el sur este último mes, y siguen llegando. Estas situaciones de crisis conllevan una pesada carga, y las organizaciones de ayuda tienen que adaptar sus intervenciones para dar una respuesta de emergencia.
Refugiados necesitados de ayuda urgente
El pasado 28 de noviembre, MSF lanzó una respuesta de emergencia en el campo de refugiados de Doro, en el condado sursudanés de Maban. La población actual del campo ya asciende a 25.000, y hay familias que siguen llegando tras recorrer largas distancias a pie desde el estado del Nilo Azul, en Sudán. MSF empezó inmediatamente a dispensar atención primaria de salud y a cavar letrinas. El personal de agua y saneamiento del equipo también instaló puntos de agua y un depósito blando de agua de 15.000 litros para reducir los tiempos de espera de hasta 12 horas de las mujeres y niñas responsables de llenar los bidones de agua de sus familias.
Las consultas médicas han revelado altos índices de malaria, infecciones respiratorias y diarrea entre los recién llegados que, en algunos casos, han caminado durante semanas en busca de seguridad. “Cuando llegan a Doro, su situación nutricional es muy deficiente y tienen las defensas muy bajas, por lo que no reaccionan a la malaria ni a otras enfermedades de la misma forma que una persona sana”, explica el Dr. Asaad Kadhum, coordinador de emergencia de MSF.
Hasta la fecha, el equipo ha realizado más de 1.500 consultas externas y está instalando una estructura hospitalaria en el campo para ingresar a los pacientes más graves. En los próximos días se iniciará una campaña de vacunación de sarampión para asegurar que todos los niños menores de 15 años estén inmunizados.
Cerca de la aldea de Alfuj, al norte de Doro y cerca de la frontera, miles de familias llegadas del estado sudanés del Nilo Azul se resguardan con sus escasas pertenencias bajo los pocos árboles de la zona. Su número exacto todavía es desconocido. Tras una evaluación rápida, MSF inició una distribución de emergencia de barras nutricionales BP-5 a niños menores de 5 años y el primer día de consultas médicas trató 150 casos urgentes de diarrea, enfermedades respiratorias y malaria.
Estas familias contaron a MSF que su gente había estado desplazándose desde septiembre, al principio escondiéndose en bosques cerca de sus tierras, pero que acabaron cruzando la frontera cuando tres días seguidos de enfrentamientos les convencieron de que ya no era seguro permanecer allí. Tenían dos necesidades urgentes: comida y atención sanitaria. Un enfermero local entre los refugiados hacía todo lo que podía para hacer que la clínica que había montado bajo un árbol funcionase, pero no disponía de medicamentos. El equipo de MSF visitará regularmente este asentamiento cercano a Alfuj para proporcionar alimentos de emergencia y organizará una clínica móvil para atender los casos más graves.
Emergencia alimentaria
La crisis nutricional que se está desencadenando obedece además a otras causas que apenas tienen que ver con la carga de retornados, refugiados y desplazados en Sudán del Sur. Ha habido cosechas fallidas generalizadas, inundaciones, disputas comerciales e inflación en los mercados locales, por lo que veces la familias comen y otras veces no.
“Si no se hace nada, la situación podría ser dramática”, declara Ines Hake al terminar su misión de 11 meses al frente del equipo médico en el hospital de MSF en Agok. Hake participó en la evaluación que dio como resultado el inicio del programa nutricional suplementario para 20.000 niños en esta ciudad del norte del estado sursudanés de Bahr el Ghazal.
La encuesta reveló que un 65% de las familias de la región acogían a parientes desplazados por el conflicto en la zona fronteriza de Abyei. “En esta ya empobrecida región, ahora hay muchas más bocas que alimentar”, declara Hake preocupada. “Por el momento, las vidas de los niños en los que nos estamos centrando no están en peligro inminente”, añade. El objetivo de la nutrición suplementaria preventiva es reducir la posibilidad de que los niños entren en estado de desnutrición severa y requieran alimentación terapéutica o, peor aún, ser hospitalizados.
La enfermera Sita Cacioppe ha sido testigo del drama de una crisis alimentaria en toda regla. Su misión anterior con MSF consistió en trabajar en un programa nutricional de emergencia en Chad y, más recientemente, en los abarrotados campos del norte de Kenia donde miles de somalíes se refugian tras escapar del hambre y la violencia en su país.
La diferencia en esta intervención de emergencia en Sudán del Sur es que se está intentando impedir lo que de otro modo sería inevitable. “Si conseguimos prevenir la desnutrición antes de que se dispare, evitaremos que los niños mueran”, afirma Cacioppe, y añade que su motivación es “poder salir al terreno y no volver a encontrarse con cientos de niños hambrientos”.