RAG/DICYT Una de las principales virtudes de la tecnología es que sirve para mejorar la vida de las personas, pero en ocasiones también es utilizada por los delincuentes para infligir algún daño. Desde dentro de las cárceles, los jefes de alguna organización criminal pueden seguir dando órdenes a sus compinches a través de un dispositivo que les permita comunicarse con el exterior y, por tanto, dirigir su clan aún cumpliendo condena. En algunos atentados terroristas, los teléfonos móviles se han utilizado para detonar explosivos a distancia. Los inhibidores de telefonía móvil pueden erigirse como un aliado de las fuerzas del orden para evitar que se produzcan hechos como estos.
La empresa Indra comercializa estos dispositivos, que bloquean los teléfonos en un recinto concreto y evitan, desde que se produzcan comunicaciones desde las celdas de un centro penitenciario hasta que la junta de accionistas de una empresa se vea interrumpida con el constante sonar de los teléfonos. “Su finalidad es poder transmitir potencia radiada con un nivel de interferencia lo suficientemente alto como para poder cancelar las comunicaciones”. En el momento en que esta tecnología se activa, todas las comunicaciones telefónicas se interrumpen, de tal manera que el que esté hablando verá cómo se interrumpe la conversación y el que quiera iniciar una nueva comprobará que no es posible, explica a DiCYT Raúl Salvador, responsable de este proyecto en la sede de esta empresa tecnológica en la capital leonesa.
Los inhibidores se pueden adaptar a las necesidades del lugar en el que se instalan, por lo que podrían bloquear también una señal de internet WI-FI, las comunicaciones por satélite o por cualquier otra vía. Según al cliente al que se dirijan, pueden presentar diferentes formas, desde de maletín hasta de agenda.
Control remoto
Los usuarios de estos sistemas pueden también controlar desde un punto remoto su correcto funcionamiento y a través de un mapa ver exactamente su ubicación y su estado, así como el espacio concreto de inhibición. De esta manera, se aseguran de que el radio de acción es el deseado. También de que si hay un problema de potencia o de otro tipo, pueda ser diagnosticado con prontitud, relata el responsable del proyecto.
Una de las principales virtudes de estos inhibidores es que son capaces de acotar “con una exactitud de metros” el terreno sobre el que se actúa, por lo que si se instalan en el salón de actos en el que celebra una conferencia, las dependencias de alrededor no verán interrumpidas sus comunicaciones móviles. Los dispositivos, además, no interfieren en otras tecnologías, de modo que si en esa charla el ponente quiere exhibir una proyección o poner música de fondo, no tendrá ningún problema.
Esta solución se ha instalado hasta el momento en más de 20 centros penitenciarios españoles, así como en varios penales de Latinoamérica, con el fin de eliminar actividades delictivas desde su interior. También se ha utilizado para bloquear las comunicaciones en centros de procesos de datos, en salas de juntas de diversas entidades o durante reuniones y operaciones especiales.
Una herramienta para no copiar | |
La empresa Indra y la Universidad de León (ULE) mantienen un convenio mediante el que la primera presta a la institución académica sus equipos para la realización conjunta de estudios y facilitar el desarrollo de estos sistemas. Raúl Salvador explica que esta tecnología se puede utilizar, por ejemplo, para que los alumnos no puedan copiar durante los exámenes sirviéndose de sus teléfonos móviles. “Una vez que el responsable del inhibidor lo enciende, se bloquean las comunicaciones telefónicas en la sala”, señala.
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