Para ello, debe aprobar con urgencia el proyecto de “Real Decreto por el que se establece la regulación de las condiciones administrativas, técnicas y económicas de la modalidad de suministro de energía eléctrica con balance neto”, al que Greenpeace ha formulado importantes alegaciones.
Para la organización ecologista, esta nueva normativa debería aprobarse cuanto antes pues puede suponer un hito en la historia de la energía limpia, al permitir poner en práctica el autoconsumo de energía, lo que constituye una herramienta primordial de ahorro energético. Greenpeace recuerda que no se trata solo de que cualquiera pueda producir energía limpia y venderla al sistema eléctrico, algo que ya ocurre hoy en día (aunque con demasiadas barreras), sino de que cada edificio pueda consumir su propia energía.
El procedimiento que recoge esta normativa, una vez se desarrolle, permitiría que todos los edificios pudiesen llegar a tener un consumo neto nulo de energía, algo que beneficia a toda la sociedad y al medio ambiente.
Regalar la energía no incentiva el ahorro
La principal objeción de Greenpeace a la forma en que se desarrolla el derecho al autoconsumo en este proyecto de RD es la regulación económica. Según la organización ecologista, no hay ninguna razón lógica para impedir que un edificio pueda producir y autoconsumir energía indistintamente, es decir, sin imponer limitaciones administrativas allí donde la tecnología no impone restricciones.
Habrá momentos en que la energía consumida por el edificio sea mayor que la producida en él y, entonces, lógicamente, el usuario tendrá que adquirir de la red esa energía que le falta. Pero, cuando le sobra energía, la normativa de balance neto propuesta en esta norma solo permite compensar la energía sobrante con derechos para consumirla en otro momento, limitando el plazo y la cantidad para tal compensación. Lo que exceda esos límites sería regalado a la compañía eléctrica.
"El autoconsumo permitirá que todos podamos hacernos responsables de la energía que necesitamos, ajustando nuestro consumo preferentemente a lo que podamos producir", ha declarado José Luis García Ortega, responsable de la campaña Energía y Cambio climático de Greenpeace. "Lo que no es aceptable es que cuando nos sobre energía se la tengamos que regalar a la compañía eléctrica para que se la venda a otros consumidores. Así no se incentiva el ahorro".
En opinión de Greenpeace, se debe permitir que lo que no se consuma en el propio edificio se venda a la red, en las mismas condiciones económicas que cuando se compra energía de la red, con todos los peajes incluidos, y teniendo en cuenta el distinto valor de la energía en los distintos momentos. El consumidor debe tener derecho a optar entre vender la energía excedentaria o acumular derechos para su consumo diferido. No hay por qué optar entre ser productor o autoconsumidor, se puede ser ambas cosas indistintamente, lo que facilita el intercambio de energía con la red.
La otra gran ventaja del autoconsumo, además del gran ahorro de energía que puede inducir, es su potencial como herramienta de gestión de la demanda y, para ello, las señales deben ser claras, indicando el valor real de la energía y de los “negavatios” en cada momento. Esto quiere decir que se debe facilitar el intercambio no solo de energía sino de información entre el usuario y la red.
Bien regulado, y gracias a las nuevas tecnologías, la generación distribuida y el autoconsumo pueden ayudar a transformar todos los edificios en inteligentes, eficientes y 100% renovables, como se muestra en el estudio Energía 3.0 de Greenpeace, de modo que los usuarios de los edificios pasen de ser consumidores pasivos a protagonistas activos del sistema energético, facilitando la gestión de un sistema energético 100% renovable. Es un valioso servicio que se debe reconocer e incentivar.