Autor: 21 Knots .-Hoy hace diez años que Nueva Zelanda fue sacudida por la noticia de que una de sus mayores estrellas deportivas, Sir Peter Blake, leyenda de la America´s Cup, había sido asesinado por piratas durante una expedición en el Amazonas.
Blake era famoso por dirigir el equipo de Nueva Zelanda que en 1995 ganó la America’s Cup en San Diego, aunque su inicio en la America’s Cup no llegó al principio de su carrera. Su pasión no eran las regatas costeras de la Copa, sino la aventura de cruzar océanos en la regata vuelta al mundo Whitbread Round the World Race.
Participó en cinco Whitbreads consecutives, su primera como jefe de guardia en 1973 y culminó con una victoria sin precedentes en la edición de 1989-90 como patrón del Steinlager 2, con el que ganó en tanto en tiempo real como compensado en las seis etapas de la regata.
A Blake lo ficharon tarde para el desafío neozelandés de 1992 a la America’s Cup que perdió las finales de la Louis Vuitton Cup. Prometió que si iba a volver a dirigir el equipo de Nueva Zelanda de nuevo, lo haría bien.
Así que en 1995 como cabeza del Team New Zealand y con Russell Coutts al timón eliminó a los otros desafíos y luego arrasó al defensor Dennis Conner por 5-0.
Cinco años más tarde, en 2000, con Blake de nuevo liderando el equipo, Nueva Zelanda se convirtió en el primer equipo aparte de Estados Unidos, en defender con éxito la America´s Cup en 150 años de competición.
Esa edición de 1999-2000 fue mi primera experiencia en la Copa. Tuve la suerte de conseguir un trabajo en la página web de la regata y estaba fascinado por todo. Al haber navegado desde pequeño en Canadá, la America’s Cup era interesante, claro, pero parecía muy remota. Tenía la sensación de que desde donde estaba no podría entrar allí.
Estar en medio de la acción fue increíble. La dimensión del evento, la belleza de los barcos, la intensidad de la competición, tanto en el agua como en tierra, todo era de una escala que nunca me hubiera imaginado. Los seis meses enteros me los pasé con los ojos como platos.
Y omnipresente estaba esta esa figura casi sobrehumana, Sir Peter Blake. Ya era una leyenda en Nueva Zelanda antes de que tuviera nada que ver con la America’s Cup. Pero ganarla y llevarla a casa (¡con ese desfile en Queen Street!) y transformar el área marítima de Auckland en el proceso… una leyenda en todo el sentido de la palabra.
Pero Blake ya quería escribir un nuevo capítulo en su vida. Planeó que la America’s Cup de 1999-2000 fuese su última; ya estaba listo para iniciar un nuevo proyecto, proteger los océanos a través de Blakexpeditions.
Creo que cuando se trata de la America’s Cup, los neozelandeses adoptan el papel del desvalido, la pequeña isla de Nueva Zelanda contra los equipos ricos y poderosos de países más grandes. Pero Blake, un líder nato, nunca fue un desvalido y nunca se amedrentó ante ningún desafío.
Cuando los piratas abordaron su barco, el Seamaster, mientras estaba fondeado durante una exploración medioambiental en la cuenca del Amazonas, un dudó en salir a la defensa de su tripulación. En el enfrentamiento que hubo a continuación, le dispararon y murió.
Blake dejó esposa, Pippa, que es artista, una hija Sarah-Jane, que trabajó conmigo en el centro de prensa durante el Louis Vuitton Trophy en Auckland hace un par de años, y un hijo, James, que comparte la pasión de su padre por la aventura y actualmente es parte de un equipo neozelandés que está remando a través del mar de Tasmania, desde Sydney hasta Auckland.
En Nueva Zelanda la memoria de Blake continúa celebrándose. Hoy se anunció en una ceremonia en Auckland que la Fundación Blake donará 30 becas para jóvenes para una expedición medioambiental. La leyenda de Sir Peter Blake continúa.
Y hoy cientos, si no miles, en la gran familia que es la America’s Cup, alzarán la copa para recordar a un gran navegante, un líder inspirador y un hombre extraordinario.