Asturias Secreta: Los lugares olvidados que ni siquiera los asturianos conocen

Asturias Secreta: Los lugares olvidados que ni siquiera los asturianos conocen

Asturias, una región conocida por su naturaleza salvaje, sus montañas imponentes y su costa agreste, guarda en sus rincones más recónditos secretos que muchos ni imaginan. Aldeas deshabitadas, caminos olvidados y tradiciones que ya solo viven en las piedras de casas en ruinas componen una Asturias secreta que no aparece en los folletos turísticos. Estos lugares, en su mayoría inaccesibles para el turista común, esconden historias de vidas que fueron y ahora solo quedan vestigios, como si el tiempo se hubiera detenido por completo en un rincón del pasado.

San Adriano del Monte: El Pueblo que vació el mar

Ubicado en el municipio de Allande, San Adriano del Monte parece haber sido tragado por el tiempo. En su apogeo, este pueblo era el corazón de una comunidad agrícola que se sostenía de los fértiles valles y el ganado. Hoy, solo queda la iglesia, rodeada por una docena de casas en ruinas que se asoman tímidamente entre los árboles. El viento acaricia las paredes de piedra de las viviendas abandonadas, algunas de las cuales aún conservan techos de teja roja, como si el pueblo hubiera decidido retirarse lentamente de la historia, sin hacer ruido.

A lo lejos, en las colinas cercanas, se escuchan las cabras que, como fantasmas, pastan en las laderas. Nadie ha vivido aquí durante décadas, pero San Adriano del Monte sigue siendo un lugar de encuentro para los pocos que, como tú, buscan recorrer los caminos menos transitados de Asturias. El silencio que lo envuelve se puede sentir casi físicamente.

As Veigas: La aldea que sobrevive en el olvido

En el concejo de Taramundi, As Veigas es un claro ejemplo de la resiliencia de la naturaleza. Es una de las pocas aldeas asturianas que, aunque deshabitada, ha sido rehabilitada con cariño por los pocos que han sabido ver su valor. Las casas de piedra, con techos de paja y chimeneas de piedra, se mantienen intactas, como si el tiempo no hubiera pasado por aquí.

Los senderos que conectan As Veigas con el mundo exterior son estrechos y serpentean por los valles verdes, cubiertos por un espeso manto de helechos. Las paredes de los edificios no son solo una muestra de la arquitectura popular asturiana, sino también de los ecos de una vida que, aunque ya no es la misma, persiste en el alma de este lugar. A pesar de la rehabilitación, As Veigas sigue siendo un refugio secreto, donde la huella del pasado se fusiona con el presente en un delicado equilibrio.

A Paicega: El pueblo olvidado por la guerra

En Cangas del Narcea, a orillas del río Narcea, se encuentra A Paicega, un pueblo que parece haber quedado atrapado en una cápsula del tiempo. Este asentamiento fue abandonado tras la construcción de la presa de Ricabo en los años 60, pero a pesar de la modernización que vino después, A Paicega guarda en su interior los vestigios de aquellos tiempos difíciles. El teleférico que una vez transportó materiales para la construcción de la presa aún se erige, oxidado y silencioso, como un recordatorio de la lucha de los habitantes de la aldea por ganarse la vida en un entorno tan aislado.

Recorrer las ruinas de A Paicega es como sumergirse en la memoria colectiva de la región. Entre las piedras caídas y los restos de viviendas vacías, se pueden escuchar las historias susurradas por el viento. Un lugar que desafía el tiempo, pero que, por alguna razón, sigue olvidado.

San Cristóbal: El último susurro de los Oscos

Los Oscos, un paraíso natural en el corazón de Asturias, alberga uno de los secretos mejor guardados de la región: San Cristóbal. Esta pequeña aldea, hoy deshabitada, fue durante siglos el hogar de familias que vivían en completa armonía con la naturaleza. Los senderos que recorren el valle de Bobia, donde San Cristóbal está ubicada, son ahora un camino olvidado por el turismo masivo. Sin embargo, aquellos que se adentran en él pueden descubrir una tranquilidad que parece pertenecer a otro tiempo.

San Cristóbal, rodeado de bosques y cascadas, ofrece una experiencia casi mística. En sus ruinas, donde los techos han cedido al paso del tiempo, se pueden encontrar rastros de una vida simple y auténtica, en contraste con la vida frenética de las ciudades cercanas. Es un lugar que, aunque en ruinas, sigue respirando la esencia de aquellos que lo habitaron.

Curriellos: El refugio de la tierra asturiana

En Tineo, el pequeño pueblo de Curriellos parece haber sido olvidado por todos. Hoy, solo quedan las estructuras de las casas que alguna vez estuvieron llenas de vida. El silencio en el valle es tan profundo que parece absorber todo lo que lo rodea. Los habitantes de Curriellos, que alguna vez vivieron de la agricultura y la ganadería, se fueron poco a poco, y el pueblo quedó deshabitado.

Sin embargo, la belleza del lugar no se ha perdido. Las vistas panorámicas del valle, donde la naturaleza sigue dominando, ofrecen una paz inigualable. Curriellos es el refugio perfecto para aquellos que desean desconectar de la rutina diaria y sumergirse en la tranquilidad absoluta.

Asturias Secreta: Un viaje a lo desconocido

Estas aldeas, que parecen perdidas en el tiempo, representan una parte de Asturias que ni siquiera muchos asturianos conocen. Son rincones olvidados que invitan a ser descubiertos, explorados y recordados. Asturias guarda celosamente estos tesoros, donde el pasado y el presente se funden en una danza silenciosa, y donde las historias de antaño todavía esperan ser contadas. En estos lugares olvidados, el tiempo se detiene, pero la memoria sigue viva.

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