Las grandes ausencias en el funeral del Papa Francisco: silencios que también cuentan

Las grandes ausencias en el funeral del Papa Francisco: silencios que también cuentan

Mientras miles de fieles y más de 150 delegaciones oficiales abarrotan la majestuosa Plaza de San Pedro, hay ausencias que resuenan casi tanto como las presencias. El funeral del Papa Francisco, convertido en un acontecimiento planetario, ha congregado a reyes, presidentes y primeros ministros de todos los continentes. Sin embargo, algunos de los grandes nombres de la política internacional no han estado en Roma, y sus sillas vacías no han pasado desapercibidas.

La escena era imponente: frente al altar improvisado en la explanada vaticana, las primeras filas lucían un mosaico de poder global. Sin embargo, para quienes observaban con atención, ciertos rostros esperados brillaban por su ausencia.

Putin, la ausencia más cantada

Entre los grandes ausentes, destaca Vladimir Putin. El presidente ruso, bajo orden internacional de arresto por crímenes de guerra en Ucrania, no ha podido —ni querido— viajar a Roma. En su lugar, Rusia ha enviado una representación diplomática de bajo perfil, manteniendo su habitual frialdad hacia los actos globales recientes. Su ausencia, aunque esperada, no deja de simbolizar el aislamiento progresivo del Kremlin en la escena internacional.

Xi Jinping y la distancia diplomática

Tampoco ha hecho acto de presencia Xi Jinping. El presidente de China, que nunca ha visitado el Vaticano debido a la falta de relaciones diplomáticas formales entre ambos Estados, ha preferido guardar distancia. Pekín ha enviado una delegación de bajo nivel, pero el vacío de Xi en la ceremonia ha sido interpretado como una oportunidad perdida para reforzar los tímidos gestos de acercamiento que se habían producido en los últimos años.

Netanyahu, entre conflictos y prohibiciones

Otra silla vacía llamativa: la del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. La reciente intensificación del conflicto palestino-israelí y las investigaciones abiertas contra su gobierno por presuntos crímenes de guerra en Gaza han pesado más que cualquier gesto de respeto diplomático. Israel ha enviado representación diplomática, pero sin presencia personal de Netanyahu.

América Latina: ausencias dolorosas

Desde América Latina también se han notado notables ausencias. Santiago Peña, presidente de Paraguay, optó por mantener su agenda internacional en Washington en lugar de viajar a Roma. Dina Boluarte, presidenta de Perú, se vio directamente impedida: su Congreso no autorizó su salida del país, obligándola a seguir el funeral a distancia.
En México, Claudia Sheinbaum, recientemente investida presidenta, delegó la representación en su secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, evitando así su primera aparición internacional en un foro global tan simbólico.

Europa: ausencias de realeza

En Europa, la sorpresa ha venido de la mano de los Países Bajos. El Rey Guillermo Alejandro no ha podido viajar debido a la coincidencia con el Día del Rey, la celebración nacional más importante del país. Aunque su ausencia estaba justificada de antemano, no deja de tener peso simbólico la falta de uno de los monarcas europeos más representativos en una cita de esta magnitud.

Australia y Canadá, en campaña

Desde el mundo anglosajón, también se han sentido vacíos. Ni Anthony Albanese (primer ministro australiano) ni Mark Carney (primer ministro de Canadá) han podido desplazarse debido a las campañas electorales en sus respectivos países. En su lugar, han enviado delegaciones de nivel ministerial.

Un eco silencioso en San Pedro

Mientras sonaban las campanas y las plegarias en latín se elevaban bajo la cúpula de Miguel Ángel, la ausencia de estos líderes ha proyectado un eco silencioso en el imponente escenario vaticano. Un recordatorio de que, incluso en los funerales universales, la geopolítica, las crisis internas y las circunstancias personales también marcan el ritmo de las presencias y de las ausencias.

Hoy Roma se convierte en el centro del mundo. Y como en todo gran acontecimiento histórico, lo que no se ve —lo que falta— habla tan fuerte como lo que se muestra.

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