Las intrigas vaticanas ya están en marcha. Con Francisco en silencio eterno, el cónclave se activa. Españoles, italianos, africanos y asiáticos se disputan ahora el timón de la Iglesia. Pero esta vez, el humo blanco podría hablar castellano.
Los pasillos de la Curia vaticana huelen estos días a incienso… y a expectación. Desde la muerte del Papa Francisco, las conversaciones en voz baja, los encuentros discretos y las llamadas entre cardenales se multiplican. No se trata solo de elegir al sucesor de un Papa: se trata de decidir el rumbo del catolicismo para las próximas décadas.
Y por primera vez en mucho tiempo, España suena con fuerza en las quinielas papales. Lo que durante siglos fue un anhelo discreto, ahora toma cuerpo con nombres concretos, apoyos bien posicionados y un contexto que podría favorecer un pontífice ibérico.
El legado que deja Francisco… y el dilema que deja atrás
Francisco revolucionó el papado. Vivió en una residencia modesta, denunció el capitalismo salvaje, abrazó a los migrantes y sacudió los cimientos de la Iglesia con gestos más que con dogmas. Pero también incomodó a sectores conservadores, sembró divisiones internas y dejó reformas abiertas que ahora el próximo Papa deberá confirmar, ralentizar… o revertir.
Ese debate, profundo y a veces crudo, se refleja ya en las dos grandes familias del Cónclave: los que quieren continuidad reformista y los que apuestan por un retorno a una Iglesia más doctrinal, jerárquica y tradicional.
España, por una vez, en el centro del tablero
Seis cardenales españoles tendrán voz y voto en el Cónclave. Pero lo que antes era presencia simbólica, hoy se transforma en posibilidades reales. Entre los favoritos, destacan dos nombres:
Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona. Tiene perfil pastoral, progresista, reformista. Cercano a Francisco, gran negociador. En Roma se le reconoce capacidad para tender puentes entre sensibilidades opuestas. Sería un Papa de continuidad, pero con acento español.
José Cobo Cano
Actual arzobispo de Madrid. El más joven de los papables (58 años), con un perfil moderno, social, y muy vinculado a los nuevos movimientos eclesiales. Su elección sería un gesto audaz: un pontificado largo y renovador.
Otros españoles con peso en las votaciones:
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Carlos Osoro: emérito de Madrid, figura amable y de perfil humanista.
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Antonio Cañizares: referente del sector conservador.
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Ángel Fernández Artime: salesiano, cercano a la juventud católica global.
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Luis Francisco Ladaria: emérito de Doctrina de la Fe, respetado por su integridad teológica.
Intrigas en la sombra: cómo se cocina un papado
Fuentes vaticanas consultadas por Asturias Mundial aseguran que en las últimas 48 horas se han intensificado los movimientos discretos entre cardenales latinoamericanos, africanos y europeos. Grupos afines organizan cenas “teológicas” en apartamentos romanos, se reparten dossiers de candidatos y se tantea el “olor a consenso”.
“Los italianos quieren volver al trono, pero saben que no será fácil. Los españoles tienen una carta fuerte: no asustan a nadie y están bien posicionados en ambas orillas ideológicas”, comenta un alto funcionario vaticano bajo anonimato.
Desde América Latina, algunos apoyos se están desviando hacia Luis Antonio Tagle (Filipinas) como candidato del Sur Global. Mientras, los sectores diplomáticos presionan por Pietro Parolin, el hábil secretario de Estado vaticano.
Posibles escenarios
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Un Papa español: sorprendente, pero verosímil. Sería el primero desde Alejandro VI (Rodrigo Borgia) en el siglo XV.
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Un Papa asiático (Tagle): una apuesta por la expansión en Asia.
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Un Papa africano (Turkson o Sarah): histórico, pero complejo.
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Un Papa italiano (Zuppi): la opción tradicional y de control interno.
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Un Papa joven (como Cobo): una jugada de futuro, poco frecuente pero no imposible.
Fumata blanca... ¿en castellano?
Nadie sabe cuánto durará el cónclave. Ni quién saldrá vestido de blanco. Pero sí es seguro que España juega esta vez una partida seria, con apoyos discretos en Latinoamérica, simpatías en la Curia y un contexto favorable para un Papa con acento peninsular.
Mientras tanto, en las paredes del Vaticano, una frase se repite con creciente frecuencia:
“No descartéis una sorpresa. Esta vez, el Espíritu Santo podría hablar español.”