Baja el precio del primer salmón de Asturias y gana el gesto de un hostelero que quiere compartirlo con su clientela
Pedro Caramés, de La Finca, logra el preciado ejemplar y anuncia que lo cocinará en porciones para que los comensales habituales puedan saborear un pedazo de historia
Este 2025 el campanu no ha sido el más caro de la historia, pero quizá sí el más simbólico. En una subasta menos encendida que en años anteriores, el empresario hostelero Pedro Caramés, propietario de la sidrería La Finca, en la ovetense calle Gascona, se hizo con el primer salmón de la temporada por 10.100 euros, una cifra sensiblemente inferior a los 19.300 euros alcanzados el año pasado. Sin embargo, lo que marca la diferencia en esta edición no es el precio, sino el destino del pez: el campanu será cocinado y repartido entre los clientes habituales del restaurante, como homenaje colectivo y gesto social.
“Estoy encantado de poder contribuir a esta tradición asturiana. El campanu no es solo un salmón, es una emoción, un latido que compartimos quienes amamos esta tierra”, declaró Caramés, emocionado, tras recibir el ejemplar.
Un precio más contenido y una subasta más ajustada
La subasta celebrada este sábado 19 de abril en Cornellana, en el marco de la feria Asturpesca, reunió a 16 pujadores, entre ellos restaurantes de Oviedo, Gijón, Pravia y hasta uno llegado desde Madrid. Tras varios minutos de nervios y pequeñas subidas, la oferta de Caramés —el también presidente de la Asociación de Sidrerías de Gascona— fue la más alta: más de 1.460 euros por kilo.
El año pasado, el campanu se pagó a 2.933 €/kg. Este año, con un mercado más prudente y un contexto económico más complejo, la cifra final refleja un ajuste realista, aunque sin perder el respeto por la tradición.
Una espera de días y una captura muy ovetense
El salmón fue capturado a las 20:25 horas del jueves 17 de abril por Javier Bueno Martínez, un praviano experimentado, en la zona libre del Puente Quinzanas, en el río Narcea. Pesa 6,890 kilos, mide 83 centímetros y ha sido bautizado ya como el campanu más tardío de los últimos años, capturado al cuarto día hábil de la temporada.
Este retraso solo aumentó la expectación en la cita de Cornellana. El propio pescador confesó que llevaba desde el domingo intentándolo sin descanso. "En cuanto noté el tirón, supe que era un buen ejemplar", comentó entre sonrisas, mientras posaba con el salmón en brazos.
El salmón del pueblo
El gesto de Caramés ha despertado simpatías no solo por lo económico, sino por lo simbólico. En lugar de destinar el salmón a un evento privado o a una exclusiva carta gourmet, el campanu se compartirá con quienes más lo valoran: los clientes de toda la vida de La Finca.
“Queremos que lo prueben quienes nos han acompañado en estos 10 años. Aunque solo sea un pequeño trozo, es importante que puedan decir: yo probé el campanu”, explicó el hostelero ovetense.
Coincidiendo con el décimo aniversario del restaurante, la compra del campanu no solo es un hito comercial, sino también emocional. “Nací en Grado, junto al río Nalón. Esto va más allá de una puja; es una conexión con mis raíces”, señala Caramés.
Un gesto que rescata la esencia de una tradición
El campanu —llamado así por las campanas que antiguamente se tocaban para anunciar su captura— representa mucho más que el primer pez de la temporada. Es un ritual que une a pescadores, cocineros, pueblos y comensales, una manera de dar la bienvenida al ciclo de vida del salmón atlántico en los ríos asturianos.
Sin embargo, la tradición también se enfrenta a su propia fragilidad: los descensos drásticos en las poblaciones de salmón, el cambio climático y la presión de pesca deportiva sin muerte amenazan el futuro de esta especie. En los años 50 se capturaban más de 10.000 salmones al año en España; hoy no se llegan a 500.
Un futuro compartido
En este contexto, el gesto de La Finca cobra un valor aún mayor. Más allá del escaparate mediático, la historia de este campanu es una historia de comunidad: una captura celebrada entre aplausos, una compra compartida, una comida que será colectiva.
Mientras Javier Bueno ya planea su próxima jornada en el río, y Pedro Caramés organiza la mejor forma de servir el campanu a su clientela, el corazón de Asturias sigue latiendo al ritmo de sus ríos, de su gente, y de sus tradiciones que se adaptan sin perder su alma.