Avilés vibra bajo la lluvia: emoción, tamborrada y fe en un Viernes Santo con alma asturiana

 Avilés vibra bajo la lluvia: emoción, tamborrada y fe en un Viernes Santo con alma asturiana

No hizo falta que el cielo se despejara para que la emoción se abriera paso. En Avilés, el Viernes Santo se vivió con una intensidad casi sobrenatural. Las campanas marcaban el mediodía cuando la Tamborrada de Semana Santa irrumpió por las calles del centro con una fuerza que retumbaba en el pecho. Docenas de tambores marcaban el ritmo solemne de la jornada mientras decenas de avilesinos, muchos de ellos empapados, resistían la lluvia con paraguas y devoción.

 

 

El ambiente era de recogimiento, pero también de orgullo. Las cofradías, impecables, avanzaban entre incienso, rezos y la emoción contenida de quienes los observaban desde portales, balcones o bajo improvisados chubasqueros. “Aunque caigan chuzos de punta, aquí estamos, como cada año”, decía emocionada una mujer mayor en la plaza de España mientras pasaba la procesión del Santo Entierro. La ciudad estaba entregada. Y se notaba.

Oviedo: una noche de silencio y solemnidad

En Oviedo, la capital del Principado, el Viernes Santo se vivió en un clima más recogido, con la amenaza constante de lluvia y un frío que calaba hasta los huesos. La procesión del Santo Entierro partió de San Isidoro con un silencio sobrecogedor, apenas roto por los tambores fúnebres y el arrastre de los pies sobre el empedrado mojado. Las velas temblaban en manos enguantadas. A pesar del mal tiempo, los fieles no se movieron. Y cuando la imagen del Cristo Yacente giró en la plaza de la Catedral, más de uno no pudo contener las lágrimas. Fue una noche de fe, de las que se quedan grabadas.

Gijón: Cimavilla se detuvo por el Santo Entierro

La Procesión del Santo Entierro en Gijón, iniciada a las ocho de la tarde desde la iglesia de San Pedro, dejó una imagen inolvidable: el casco antiguo de Cimavilla completamente en silencio, con los balcones adornados y las calles cubiertas de pétalos que no pudieron impedir el paso firme de los cofrades. La amenaza de lluvia estuvo presente toda la tarde, pero la organización mantuvo el recorrido completo. La música de capilla retumbaba entre las fachadas del barrio, y el murmullo de los rezos era el único sonido que acompañaba la noche.

Villaviciosa: devoción a la luz del alba

En la villa de Villaviciosa, el Viernes Santo comenzó de madrugada. A las ocho de la mañana, entre neblina y humedad, partía desde la iglesia parroquial el Rosario de la Soledad. Unas setenta personas, muchas con velas en mano, recorrieron las calles aún adormecidas. Fue una procesión íntima, apenas interrumpida por algún coche temprano. Ya a las ocho y media, la imagen de la Virgen de la Soledad desfiló en silencio bajo un cielo encapotado. Los vecinos, arropados por mantas y chaquetas gruesas, salieron al paso para acompañarla en su tránsito.

Tiempo desapacible, pero sin cancelaciones

La jornada estuvo marcada por la lluvia persistente, aunque no lo suficiente como para suspender ningún acto. La AEMET había anunciado chubascos intermitentes, y las cofradías adaptaron sus recorridos y tiempos al milímetro. En algunos casos se adelantaron salidas o se recortaron tramos, pero el espíritu de la Semana Santa se mantuvo intacto. Asturias demostró, una vez más, que la fe puede más que el mal tiempo.

¿Qué nos espera hoy, Sábado Santo, 19 de abril?

A pesar del cielo gris que no abandona el Principado, la jornada de hoy se presenta cargada de actos simbólicos y emotivos:

  • Avilés: Celebración de la Procesión de la Soledad y preparativos para la gran Procesión de la Resurrección, que tendrá lugar en la madrugada del domingo.

  • Gijón: A las 9:00 horas, salida de la Procesión de La Soledad de María desde San Pedro. Las cofradías ultiman detalles mientras rezan por una tregua del cielo.

  • Villaviciosa: A las 8:00 horas se repite el Rosario de la Soledad. El pueblo vuelve a volcarse en una tradición que lleva siglos emocionando a generaciones enteras.

Hoy será, sin duda, otra jornada intensa, de emociones a flor de piel y paraguas en ristre. Porque en Asturias, la Semana Santa se vive bajo el agua, pero con el alma encendida.

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