Un equipo internacional de científicos ha observado un cúmulo de gas que se precipita hacia el agujero negro masivo situado en el centro de nuestra galaxia. El momento de máxima proximidad de la nube será a mediados de 2013, pero los científicos han percibido cómo la fuerza del agujero negro ya le está afectando
“Es la primera vez que vemos una nube cayendo a un agujero negro”, afirma a SINC Stefan Gillessen, investigador del Insituto Max Plank y autor de un estudio que describe las primeras fases de este fenómeno. “Esto nos va a permitir aprender mucho sobre estos misteriosos objetos”.
La nube tiene una masa tres veces superior a la de la Tierra y se mueve hacia una zona en el centro de la Vía Láctea conocida como Sagitario A. Allí se encuentra una fuente de radio muy compacta y brillante y también se localiza, hipotéticamente, un agujero negro supermasivo.
Los científicos llevan observando la posición y velocidades radiales de la nube desde 2002, lo que les permite afirmar que la trayectoria coincide "extremadamente" con la órbita alrededor de un agujero negro.
“Ya podemos observar cómo la nube comienza a desgarrarse”, relata el investigador. “Las fuerzas de marea del agujero negro [derivadas de la gravedad] ‘estirarán’ la nube más y más en los próximos años”.
Mayor proximidad en 2013
La máxima aproximación al agujero negro sucederá en 2013, según ha estimado el equipo del Intituto Max Plank. “En ese momento la temperatura se incrementará súbitamente, lo que probablemente llevará a una fuerte emisión de rayos X”, predice Gillessen.
“En los próximos años observaremos cómo se ‘alimenta’ el agujero negro”, asegura el astrofísico. “Es un proceso que ocurre en todos los agujeros negros del universo, pero que suceda en el centro de nuestra galaxia nos da una oportunidad única para observarlo”.
Además, los investigadores esperan que este suceso también sirva para probar un modelo teórico sobre la estructura del agujero negro, llamado flujo de adición. Este postula la existencia y distribución de cierta cantidad de gas alrededor del agujero negro.
“Según cómo se perturbe el desarrollo de la nube, podremos determinar si el modelo de flujo de adición es cierto o no”, concluye Gillessen.
Imagen: ESO/MPE/Marc Schartmann.