El diluvio sorprendió a los cofrades cuando ya estaban preparados para salir desde la capilla de Rivero. La lluvia también obligó a cancelar procesiones en Sevilla, Granada y otras localidades españolas.
Avilés se quedó este Martes Santo sin una de sus procesiones más queridas y con mayor presencia infantil: la de San Pedro, organizada por la Cofradía del Santísimo Cristo de Rivero y San Pedro Apóstol. Una fuerte granizada, caída justo diez minutos después de la hora prevista de salida, obligó a cancelar el desfile procesional, dejando frustración, emoción contenida y muchos ojos humedecidos bajo los soportales de la calle Rivero.
“¡Se ha suspendido! ¡La procesión se ha suspendido!”, gritaba una voz entre el desconcierto general, mientras los cofrades, niños incluidos, buscaban refugio apresurado bajo las cornisas de la capilla del Santo.
La escena fue tan intensa como desoladora. Los pasos de “San Pedro Apóstol” y “Jesús atado a la columna” ya estaban preparados, los trajes planchados, los cirios encendidos y las filas formadas. Pero el cielo cambió súbitamente su tono. A las 20:40 horas, tan solo diez minutos después del horario oficial, el granizo comenzó a golpear con fuerza el empedrado de Rivero.
Carlos Mora, hermano mayor de la cofradía, asumió con rapidez y dolor la decisión que nadie quería tomar. “Se suspende la procesión. Todos a cambiarse”, ordenó, visiblemente afectado. En apenas unos minutos, el rojo intenso de los hábitos comenzó a desaparecer bajo los paraguas. La imagen de los más pequeños, resignados con la túnica mojada y los labios apretados, lo decía todo.
“San Pedro no se merece esto. Es muy duro, sobre todo para los críos. Tenían una ilusión enorme”, comentaba una cofrade veterana, mientras consolaba a una niña que no podía contener el llanto.
La comitiva se reorganizó en silencio y, aunque no hubo procesión, sí hubo recogimiento. Todos los miembros fueron citados en la iglesia de San Nicolás de Bari, donde se celebró el sermón del Martes Santo, manteniendo el espíritu de la jornada.
Una tradición marcada por la incertidumbre meteorológica
Lo ocurrido no fue del todo inesperado. Desde primera hora de la tarde el radar meteorológico auguraba lluvias intermitentes, y aunque la cofradía mantenía la esperanza de que la tormenta pasase antes de la salida, el cielo no dio tregua.
“El año pasado nos respetó. Este, no ha querido”, lamentaban varios asistentes bajo los soportales, abarrotados por fieles que esperaban desde las 19:30 horas.
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La de San Pedro en Avilés no fue la única procesión que se vio obligada a suspenderse. En Sevilla, varias hermandades —como la del Cerro del Águila y los Javieres— cancelaron sus salidas debido a la misma borrasca que barrió buena parte del país. En Granada, el Martes Santo quedó también deslucido, con calles desiertas y imágenes cubiertas. Lo mismo ocurrió en Málaga y Jaén, donde las cofradías no se arriesgaron a sacar sus pasos bajo el aguacero.
En contraste, algunas procesiones sí lograron celebrarse en zonas del interior y norte peninsular, donde las lluvias fueron más moderadas o espaciadas.
Un Martes Santo que no se olvida
En Avilés, la procesión de San Pedro es conocida como la de “los rapacinos”, por la gran participación de niños y jóvenes. Este año no pudieron salir, pero, como apuntaban los mayores de la cofradía, “el Martes Santo volverá el próximo año, y volverá con más fuerza que nunca”.
Al caer la noche, solo quedaban algunos tramos de acera aún mojados y un silencio recogido en Rivero. La emoción no se evaporó con la lluvia. Se quedó allí, entre los paraguas, las túnicas colgadas y los pasos que, esta vez, no anduvieron.