Oviedo presenta la media más alta de espermatozoides móviles por mililitro, en un país donde la fertilidad masculina cae en picado y millones de hombres podrían ser infértiles sin saberlo.
En mitad de un preocupante descenso de la fertilidad masculina en todo el mundo, Asturias se convierte en un inesperado bastión de esperanza. Según datos recientes, Oviedo ostenta el primer puesto nacional en calidad seminal, con una media de 102 millones de espermatozoides móviles por mililitro, muy por encima de ciudades como Almería, Málaga o Madrid. Pero ese dato brillante no debe ocultar la tormenta que se cierne sobre la salud reproductiva de millones de españoles.
Una crisis silenciosa que ya afecta a millones
Según múltiples estudios, la concentración espermática en hombres occidentales ha caído más de un 50% desde 1973, y se estima que en España más de 3,7 millones de varones podrían ser infértiles sin saberlo. Lo que antes era una rareza clínica, hoy empieza a ser una situación habitual: el 15% de los hombres no pueden concebir de forma natural, y el número va en aumento.
Esta crisis, sin embargo, se mueve en la sombra. Muchos hombres no son conscientes de su situación hasta que intentan tener descendencia, y para entonces el tiempo y la salud ya han hecho su parte. La Organización Mundial de la Salud ha tenido que revisar sus estándares de calidad seminal ante este fenómeno global que ya amenaza con reconfigurar las dinámicas demográficas del siglo XXI.
Asturias, paradoja de calidad seminal... y de baja natalidad
Paradójicamente, la comunidad asturiana —que presenta los mejores indicadores de semen del país— es también la región con la tasa de fertilidad más baja de toda España. La edad de la maternidad se retrasa, los nacimientos descienden y el modelo demográfico entra en zona de riesgo. En otras palabras: los asturianos tienen el mejor esperma, pero cada vez menos hijos.
Los expertos apuntan a causas múltiples: desde los condicionantes socioeconómicos y laborales que disuaden de tener hijos, hasta la creciente infertilidad femenina asociada al retraso de la maternidad y al estrés de la vida moderna.
¿Por qué está cayendo la calidad seminal?
Las causas de esta crisis son complejas y multifactoriales. A nivel individual, el sobrepeso, el tabaquismo, el consumo de alcohol, esteroides o anabolizantes, la exposición prolongada a portátiles sobre las piernas o incluso tratamientos para la caída del cabello pueden reducir drásticamente la calidad del esperma. A nivel ambiental, la contaminación y los disruptores endocrinos presentes en plásticos, pesticidas y productos químicos industriales son también sospechosos habituales.
Además, hay un enemigo invisible que cada vez se cuela más en las estadísticas: las infecciones de transmisión sexual (ETS). Estudios recientes alertan de un aumento constante de muestras de semen afectadas por clamidia, gonorrea, herpes o virus del papiloma humano, que pueden dañar directamente la producción de espermatozoides y generar inflamaciones que afectan a la fertilidad.
¿Qué se puede hacer?
La comunidad médica insiste en que no todo está perdido. Cambiar ciertos hábitos de vida puede mejorar significativamente la calidad seminal. Adoptar una dieta equilibrada, hacer ejercicio regular, reducir el estrés y evitar tóxicos son los primeros pasos. También se recomienda evitar exposiciones innecesarias al calor testicular, como el uso prolongado del portátil sobre las piernas o los baños calientes excesivos.
Pero sobre todo, los especialistas insisten en la importancia de consultar con un profesional si una pareja no logra concebir tras varios meses de intentarlo. La salud reproductiva masculina sigue siendo un tabú en muchas conversaciones, pero romper ese silencio puede ser el primer paso para revertir esta tendencia alarmante.
Asturias, con su liderazgo inesperado en calidad seminal, puede tener una oportunidad única: ser la punta de lanza de una conversación nacional sobre fertilidad masculina. Pero si no se actúa con rapidez, ese dato prometedor podría quedar sepultado bajo las cifras de una emergencia silenciosa.