Una pota al fuego y ninguna ayuda a tiempo: un anciano muere solo en su casa de Gijón en otro drama silencioso de la vejez

Una pota al fuego y ninguna ayuda a tiempo: un anciano muere solo en su casa de Gijón en otro drama silencioso de la vejez

El hombre, de 83 años, falleció por inhalación de humo en su vivienda tras un pequeño incendio doméstico. Vivía solo. Como cientos de miles de mayores en España.

 

A veces no hace falta un gran incendio para que ocurra una tragedia. Basta una pota olvidada al fuego, un despiste nocturno, un poco de humo... y la soledad. Esta madrugada, César R. R., de 83 años, falleció en su vivienda de la carretera Vizcaína, en Gijón, por inhalación de humo, tras un incendio doméstico causado por una cazuela encendida en su cocina.

El fuego no llegó a propagarse, pero el humo lo inundó todo. Fue lo suficientemente denso como para asfixiarlo. Cuando los agentes de la Policía Local llegaron al lugar, entraron los primeros y lo encontraron inconsciente. Los sanitarios de la UVI Móvil intentaron reanimarlo en el hall de su casa, sin éxito. Los bomberos ventilaron la vivienda, que no sufrió daños estructurales.

La causa oficial de la muerte: intoxicación por humo. Pero hay otra causa, más difícil de registrar en un informe forense: vivía solo.

Soledad y edad: una combinación que multiplica los riesgos

Este tipo de tragedias se repite con una frecuencia alarmante en España. La mayoría de los fallecidos por incidentes domésticos similares son personas mayores que viven solas. No hay nadie que detecte a tiempo el humo, que llame al 112 al primer síntoma, que impida que un descuido se convierta en una tragedia.

En Asturias, más de 96.000 personas mayores de 65 años viven solas. Muchas con problemas de movilidad, deterioro cognitivo o enfermedades crónicas. Para ellas, un accidente doméstico puede no dejar margen de reacción. Y lo más preocupante: cada vez somos más indiferentes a este tipo de muertes silenciosas.

No es un caso aislado, es un patrón

Los datos hablan por sí solos. Según informes recientes del Instituto Nacional de Estadística y Protección Civil:

  • Un alto porcentaje de los fallecidos por incendios domésticos son mayores de 70 años.

  • El 90% de los incendios mortales en viviendas se producen en horario nocturno.

  • En la mayoría de los casos, la víctima vivía sola.

La muerte de César R. R. no es una excepción. Es la consecuencia de una realidad que se repite, cada semana, en pueblos y ciudades. Personas mayores que viven solas y que mueren sin que nadie las escuche, sin que nadie lo impida.

¿Hasta cuándo seguiremos naturalizando estas muertes?

La soledad no mata como una explosión. Mata sin ruido. Mata a través de pequeños accidentes que se podrían evitar con redes vecinales, sensores inteligentes, visitas domiciliarias, planes de acompañamiento reales. Pero sobre todo, mata porque como sociedad hemos dejado de mirar hacia ellos.

“Él siempre había sido muy independiente, pero cada vez salía menos. Vivía solo desde que falleció su mujer…”, cuenta una vecina con tristeza, que esa noche tampoco oyó nada.

Hoy, su casa está en silencio. La pota que quedó al fuego ya no humea. Y otro nombre se suma a la larga lista de mayores que mueren solos.

Dejar un comentario

captcha