El histórico velero, dedicado a la conservación marina, se hundió tras una vía de agua incontrolable a 28 millas de la costa asturiana. Los seis tripulantes fueron rescatados ilesos en una operación coordinada por Salvamento Marítimo y el helicóptero Pesca II.
Seis vidas. Seis personas que este jueves pudieron volver a pisar tierra gracias a una operación de rescate ejecutada con precisión milimétrica en uno de los escenarios más imprevisibles del norte de España: las aguas del Cantábrico a la altura del Cabo Peñas. El velero Toftevaag, una embarcación centenaria con bandera holandesa y armador español, se hundió tras sufrir una vía de agua que no pudo ser contenida, pero el rescate llegó a tiempo: todos sus tripulantes están sanos y salvos.
Un naufragio en plena travesía
Eran poco más de las 10 de la mañana del jueves 10 de abril cuando llegó la llamada de emergencia: el Toftevaag estaba haciendo aguas a unas 28 millas náuticas al noroeste de Cabo Peñas. Las bombas no daban abasto, el nivel de agua en la sentina subía, y el casco del velero —testigo de más de un siglo de navegación— comenzaba a ceder.
En ese momento, la prioridad no era salvar el barco, sino salvar a las personas.
Una respuesta inmediata y coordinada
Salvamento Marítimo activó un operativo urgente. Primero zarpó desde Gijón la embarcación Salvamar Rigel, especializada en primeros auxilios en alta mar. Poco después, se incorporó al rescate el helicóptero Pesca II, del Servicio de Gardacostas de Galicia, con base en Viveiro.
Desde el aire, el equipo del Pesca II logró localizar el velero en situación crítica y evacuar a los seis tripulantes uno a uno, izándolos desde cubierta. Todos fueron trasladados al Aeropuerto de Asturias, ilesos y en buen estado, aunque visiblemente afectados por la tensión vivida.
Un velero con alma: el Toftevaag
Más allá del suceso en sí, el naufragio del Toftevaag representa una pérdida simbólica para el mundo de la conservación marina. Construido en 1910 en Noruega, este velero de madera se convirtió, desde hace décadas, en embajadora flotante de los océanos: fue hogar de biólogos marinos, educadores ambientales y activistas que recorrieron el Mediterráneo y el Atlántico en misiones de vigilancia de la biodiversidad y lucha contra la contaminación.
Su última travesía estaba ligada, como tantas otras, a un proyecto de divulgación científica y sostenibilidad.
Una operación que evitó la tragedia
En medio de la conmoción por la pérdida del Toftevaag, la gran noticia es que no hubo víctimas. La coordinación entre Salvamento Marítimo y Gardacostas, sumada a la experiencia de la tripulación, evitó lo que pudo haber sido un drama.
“El mar es implacable, pero la respuesta fue impecable. Hoy podemos celebrar que seis personas están vivas gracias a un operativo que funcionó como un reloj suizo”, declaró un portavoz de Salvamento.
Un final agridulce... pero con esperanza
El Toftevaag se hundió poco después del rescate, quedando sumergido en las aguas profundas del Cantábrico. Pero la historia no acaba con su pérdida: gracias al compromiso de sus tripulantes y la eficiencia del sistema de rescate, la embarcación cumplió, hasta su último viaje, su misión de proteger la vida.
Hoy, la comunidad marítima —y quienes creen en el poder del mar como espacio de vida, ciencia y conexión— se despiden del Toftevaag, pero celebran que su legado sigue flotando en cada una de esas seis vidas rescatadas frente al Cabo Peñas.