En un momento crítico para la historia del Sporting de Gijón, el club ha apostado por un entrenador con pedigrí ascensorista, alma de pelotari y una obsesión: que su equipo luche cada balón como si fuera el último. Asier Garitano (Vergara, 1969) aterriza en El Molinón con una mochila llena de experiencia en ascensos, permanencias imposibles y una personalidad que encaja como un guante en la idiosincrasia rojiblanca. Pero la gran pregunta sigue siendo: ¿es él la solución a los males del Sporting?
UN PERFIL DE OFICIO Y COMPROMISO
Dicen que Garitano tiene la mirada de los entrenadores que saben sufrir. Desde que empezó su carrera en los banquillos —tras una discreta trayectoria como mediapunta entre Segunda y Segunda B— su filosofía ha sido la misma: bloque sólido, rendimiento inmediato y jugadores que lo den todo. No se anda con florituras. Apuesta por la practicidad. Y esa cualidad puede ser justo lo que el Sporting necesita para evitar el desastre.
Tras el cese de Miguel Ángel Ramírez, el club necesitaba más que un entrenador: un gestor emocional, un soldador de grietas, alguien que imponga orden sin pedir permiso. Por eso ganó el casting a través de entrevistas por Zoom frente a otros tres candidatos —uno de ellos, “tapado” hasta el final— y firmó hasta junio de 2026.
UNA CARRERA CON CURVAS… Y CUMBRES
Garitano no es un recién llegado a las trincheras del fútbol profesional. Suma 127 partidos en Primera División (Real Sociedad, Alavés y Leganés) y 174 en Segunda. Su nombre siempre irá ligado al CD Leganés, con el que vivió una gesta doble: subir desde Segunda B a Primera en tres temporadas (2013-2016) y mantener a los pepineros dos años en la élite. Allí fue más que un entrenador: se convirtió en hijo adoptivo del municipio y símbolo de identidad.
Ese "milagro" en Butarque —que arrancó, por cierto, con un gol de chilena de un canterano del Sporting, Carlos Álvarez— es el aval más poderoso con el que se presenta en Gijón. Y no es casualidad que el propio Álvarez haya afirmado estos días: “Creo que puede encajar perfectamente. Es un entrenador con mucha raza, que saca el máximo a sus equipos. Siempre habló de Gijón con admiración.”
PASO TURBULENTO POR PRIMERA… Y UN PARÉNTESIS FORMATIVO
Su experiencia en clubes de mayor presión como la Real Sociedad o el Alavés no fue tan brillante. En San Sebastián apenas duró 19 partidos, y en Vitoria fue cesado tras una mala racha. Aun así, su legado sigue siendo el de un técnico serio, meticuloso, muy ligado a los valores del fútbol del norte: humildad, esfuerzo y sentido colectivo.
Su último destino fue el CD Tenerife (2023-2024), donde vivió una etapa difícil marcada por la inestabilidad institucional —cuatro entrenadores en un año—. Sin embargo, Garitano decidió quedarse en Canarias incluso tras su destitución para priorizar la educación de su hijo, Lander, y continuar formándose como técnico. Durante ese periodo rechazó ofertas del extranjero, incluida una de Arabia Saudí. “Es muy vasco, muy de los suyos”, repiten quienes le conocen.
¿QUÉ PUEDE APORTAR AL SPORTING?
Garitano llega a Gijón con el reto mayúsculo de evitar el descenso del club a Primera RFEF, lo que sería un golpe devastador en la historia centenaria del Sporting. Pero más allá del objetivo deportivo, el técnico deberá reconstruir la confianza del vestuario, reactivar la grada de El Molinón y reconectar con la identidad de lucha que tantas veces ha caracterizado al club.
Su estilo es claro: defensa ordenada, solidaridad táctica, intensidad sin balón y verticalidad en campo rival. No es un entrenador que enamore con posesión estéril, sino con resultados. Cree en el rendimiento inmediato, en la meritocracia pura, y en que todos defienden.
En Gijón se encontrará con una plantilla joven, golpeada moralmente, pero también con potencial. Si consigue cohesionar al grupo, su filosofía puede ser justo el electroshock que necesita el Sporting para salir del pozo.
¿ES GARITANO LA SOLUCIÓN?
La pregunta no es sencilla. Garitano no es un mago. No trae una varita. Pero sí llega con experiencia, determinación y una manera de hacer las cosas que puede encajar como anillo al dedo en un club que necesita reconstruirse desde el trabajo.
No será fácil. La presión es enorme. Pero si alguien sabe cómo agarrarse a una categoría con uñas y dientes, ese es él. Porque si algo ha demostrado este técnico con alma de pelotari es que sabe sufrir… y sabe ganar.
El balón empieza a rodar. Y Gijón, una vez más, espera un milagro.