El auge de las mascotas frente a la caída de la natalidad refleja un cambio cultural profundo: ¿preferimos tener un perro a tener un hijo?
Oviedo como punto de partida: más mascotas que menores
En Oviedo, capital del Principado de Asturias, la pregunta ya tiene una respuesta clara: sí, hay más perros y gatos censados que menores de 19 años empadronados. Según los últimos datos del Registro de Animales del Principado (RIAPA), hay 30.211 perros y 4.825 gatos registrados, lo que suma 35.036 mascotas. Frente a ellas, el Ayuntamiento contabiliza 34.788 menores de 19 años.
La diferencia es todavía más impactante si se reduce el foco a los menores de 14 años: solo 24.113 niños, es decir, unos 6.000 menos que perros. Y eso sin contar a todas las mascotas que no están legalmente registradas.
Una tendencia que se extiende por Asturias y por toda España
Este fenómeno no es exclusivo de Oviedo. En Asturias hay 194.614 perros censados frente a apenas 107.000 menores de edad. En el conjunto de España, los números tampoco dejan lugar a dudas: según el Gobierno, hay 9,3 millones de perros y 1,6 millones de gatos registrados, que superan en conjunto los 8 millones de menores de 14 años.
Todo esto refleja una tendencia que crece en muchas ciudades del mundo, donde la presencia de mascotas ya iguala o supera la población infantil, sobre todo en zonas urbanas. En Ciudad de México, por ejemplo, el 61% de los hogares tiene mascotas y en países como Japón, Italia o Alemania la situación es muy similar o aún más acusada.
¿Estamos prefiriendo tener un perro antes que un hijo?
La respuesta corta sería: cada vez más personas optan por la compañía de un animal doméstico en lugar de tener hijos, y no es por casualidad. Las causas son múltiples, y están profundamente entrelazadas con cambios sociales, económicos y culturales:
Causas de esta “preferencia” por los animales frente a la maternidad/paternidad:
1. Coste económico
Tener un hijo en España puede costar entre 100.000 y 300.000 euros hasta que alcanza la mayoría de edad. Una mascota, en cambio, supone un gasto anual de entre 800 y 1.500 euros. Las diferencias son abismales para las clases medias y bajas.
2. Inestabilidad laboral y vital
La precariedad laboral, los sueldos bajos, la dificultad para acceder a vivienda estable y las jornadas laborales poco conciliadoras hacen que muchas personas no se sientan preparadas para tener hijos.
3. Cambio en las prioridades vitales
Las generaciones más jóvenes priorizan experiencias, libertad, estabilidad emocional, proyectos personales... Y un perro, aunque conlleva responsabilidades, no exige renuncias vitales tan radicales como la crianza de un hijo.
4. Soledad y afecto
En una sociedad cada vez más individualista y urbanizada, muchas personas encuentran en los animales una fuente de cariño, compañía y sentido, sin los niveles de exigencia emocional o sacrificio que implica la crianza.
5. Condiciones culturales y simbólicas
Tener un hijo ya no es, como en generaciones pasadas, el camino esperado o el único modo de "realizarse". Ahora se percibe más como una opción de vida entre muchas otras. Y, en cambio, tener una mascota se ha convertido en parte del ideal contemporáneo de hogar, incluso como parte de la pareja sin hijos o de los hogares unipersonales.
Envejecimiento, mascotas y nuevos hogares
Asturias es una de las regiones más envejecidas de Europa. En Oviedo, uno de cada tres habitantes tiene más de 65 años. Muchos de estos hogares unipersonales recurren a la compañía de animales para combatir la soledad. De hecho, las protectoras locales como La Bolgachina registraron en 2024 un total de 323 adopciones de animales.
⚖️ ¿Un mundo sin niños?
Más mascotas que hijos no es solo una estadística. Es el síntoma de un cambio de era. No es que amemos menos a los niños, sino que la sociedad que hemos construido dificulta tenerlos. Mientras tanto, los perros y gatos se convierten en compañeros, en “hijos simbólicos”, en el nuevo centro de muchos hogares.
¿Hacia dónde vamos?
Este cambio plantea retos y preguntas fundamentales:
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¿Estamos preparados para una sociedad con menos niños y más mascotas?
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¿Qué consecuencias tendrá en términos de sostenibilidad demográfica, sistemas de pensiones, urbanismo o salud pública?
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¿Cómo deben adaptarse las políticas públicas, tanto para favorecer la natalidad como para proteger y regular la vida con animales?
No se trata de elegir entre hijos o perros. Pero los datos nos muestran una verdad incómoda: en muchas ciudades, ya hay más ladridos que risas infantiles. Y si no entendemos por qué, el futuro no vendrá con carritos… sino con correas.