Felipe A. R. confesó ante el jurado popular cómo asesinó a Francisco Javier Rodríguez Tobajas en Gijón, a quien culpaba de "arruinar su vida" tras un préstamo y una supuesta relación con su exesposa
"Durante 18 años estuve obsesionado con él. Me había destrozado la vida y pensaba en él todos los días, algunos con más intensidad que otros. Ya en 2014 había decidido que quería matarlo, pero luchaba conmigo mismo para no hacerlo. Hasta que finalmente ese día tomé la decisión".
Con estas palabras frías y directas, Felipe A. R., acusado del asesinato de Francisco Javier Rodríguez Tobajas en septiembre de 2023, relató este lunes ante la Sección Octava de la Audiencia Provincial de Asturias cómo acabó con la vida de la víctima en una calle del barrio de El Coto en Gijón.
Durante su declaración de aproximadamente 30 minutos ante el jurado popular, el acusado describió detalladamente cómo esperó a su víctima "fumando detrás de una furgoneta" cerca de la inmobiliaria que regentaba Rodríguez Tobajas. Llevaba un cuchillo dentro de una bolsa que había cogido el día anterior de la carnicería donde trabajaba, "porque ese día ya tenía claro que iba a ir a por él".
"Lo vi llegar en coche con otras dos personas. Cuando salió de la inmobiliaria, me acerqué, lo agarré por el hombro y le di dos cuchilladas en el pecho. Mi propósito era matarlo", confesó con impasibilidad, mostrando emoción únicamente cuando su abogada, María Escanciano, explicó al jurado la obsesión que su cliente tenía con la víctima.
Según el relato del acusado, el origen de su odio se remonta a un préstamo de 3.500 euros que su entonces esposa firmó con Rodríguez Tobajas, y que según él, les llevó a pagar 45.000 euros. "Fue un préstamo de trileros y la primera pieza para que todo acabase por derrumbarse", afirmó. Esta situación desencadenó la pérdida de su vivienda, su separación matrimonial y le obligó a vivir en una habitación alquilada.
El acusado añadió que tuvo que solicitar dos préstamos adicionales para hacer frente al primero, y que su "ira" aumentó al descubrir que la víctima había mantenido una relación con su exesposa. "Hubo incluso abuso sexual", alegó sin mostrar evidencias. "Se reía de mí e incluso me decía que no me enteraba de lo que pasaba en mi propia casa cuando yo no estaba", añadió.
Felipe A. R. admitió que merodeaba "casi todos los días" por la agencia inmobiliaria. "Quería verle y una parte de mí me decía que lo matase, era una lucha constante", confesó, insistiendo en que la víctima le "arruinó económicamente" y "entraba en su casa".
La Fiscalía solicita 18 años de prisión por asesinato, mientras que la acusación particular eleva la petición a 20 años. La defensa, por su parte, pide 15 años al apreciar tres circunstancias atenuantes: confesión, reparación del daño y obcecación. En relación con la reparación, el abogado de la familia de la víctima señaló: "Que haya consignado 250 euros y lo considere reparación del daño es una tomadura de pelo".
Tras ser detenido cerca del lugar del crimen, el acusado negó haberse dado a la fuga: "Únicamente quería salir de aquel alboroto que se empezó a formar cuando lo maté. No sabía cómo podían reaccionar sus familiares y los empleados de la inmobiliaria".
El juicio, que continuará hasta el jueves con las declaraciones de familiares y policías, culminará con el veredicto del jurado popular, que centrará su deliberación en las posibles circunstancias atenuantes una vez confesado el crimen.
La víctima, de 55 años en el momento del asesinato, deja una hija que, según mencionó el acusado, presenció los hechos, expresando arrepentimiento especialmente "por la hija del muerto, que tuvo que verlo allí".