La explosión en la mina de Degaña deja cinco muertos y cuatro heridos. Asturias llora, Villablino clama justicia y Blue Solving, la empresa responsable, guarda silencio.
El momento de la tragedia
Lunes, 31 de marzo de 2025. A las 9:40 h, una deflagración sacude la mina de Cerredo. El grisú, gas invisible y letal, se cobra cinco vidas. Tres trabajadores más resultan gravemente heridos. Otro, milagrosamente, sale por su propio pie.
"Los tenían trabajando en una ratonera", grita una familiar entre llantos.
Cronología de una jornada negra
9:40 h — Explosión en la galéria del tercer nivel del Mangueiro.
10:15 h — Primer herido evacua por su cuenta.
10:45 h — Equipos de rescate extraen tres cuerpos sin vida.
12:30 h — Se localiza a los otros dos fallecidos y al cuarto herido.
15:22 h — Las funerarias parten de la mina con los cuerpos.
Tarde — Adrián Barbón, Yolanda Díaz, Adriana Lastra y Belarmina Díaz visitan el lugar.
Noche — Se decreta duelo oficial. Los pueblos mineros lloran.
Localización del suceso
-
Mina de Cerredo, municipio de Degaña, occidente de Asturias.
-
Accidente ocurrido en la tercera planta de la galería subteránea.
-
Permisos vigentes: retiro de estructuras antiguas y exploración de grafito, no explotación activa.
"Una explosión de grisú en 2025 es un anacronismo si se cumple la normativa", denuncian expertos del sector.
Quiénes eran los cinco mineros fallecidos
Jorge Carro André (33 años, Sosas de Laciana)
Trabajaba en Cerredo desde la reapertura. Deja un hijo pequeño. "Era la mejor persona bajo las estrellas", dijo su madre.
Rubén Souto Robla (49, Caboalles de Abajo)
Minero con trayectoria en Tormaleo y Cerredo. Estaba a punto de jubilarse y planeaba recorrer Europa en caravana. "Le quedaba poco para dejarlo todo... y se fue antes", lamenta un amigo.
Amadeo Bernabé Castelao (48, Villaseca)
Veterano de subcontratas mineras, trabajó en cielo abierto. Llegó a Cerredo junto a Rubén. "Eran mineros de profesión, no sabían vivir sin la mina".
Iván Radio (edad no confirmada, Orallo)
Vinculado desde joven al sector. Había sido vigilante en la misma mina.
David Álvarez (33, Bembibre)
Obrero de la construcción que había cambiado de sector este mismo año.
La empresa: Blue Solving, bajo la lupa
-
Fundada en 2022, capital social de 3.000 €.
-
Administrador: Adrián Rodríguez Rodríguez. Ha cortado toda comunicación.
-
Subvención de 927.000 € del Instituto para la Transición Justa en 2023.
-
Permiso vigente hasta el 11 de abril para retirada de materiales. No explotación.
-
Investigación judicial abierta: se sospecha uso indebido del permiso y posibles incumplimientos de seguridad.
Clamor social y reacciones
Adrián Barbón (Presidente del Principado): "Soy el primero que quiere saber qué pasó".
Yolanda Díaz (Vicepresidenta y ministra de Trabajo): "Que caiga el peso de la ley sobre los responsables".
Adriana Lastra (Delegada del Gobierno): "El grisú nos ha vuelto a dar un zarpazo".
Sindicatos (UGT y CCOO): exigen investigación y convocan paro de 48 horas.
FADE y patronal asturiana: "Día profundamente triste para Asturias".
Universidad, clubes de fútbol, iglesia: mensajes de dolor y solidaridad.
Dolor en las cuencas, rabia en las calles
En el polideportivo de Villablino se instalará hoy la capilla ardiente. En el Mesón Minero de Caboalles, los vecinos lloran en silencio. En la bocamina, una mujer grita al cielo: "¡Te lo llevaste, Dios mío!". En los portales de Orallo y Bembibre, la pena no necesita palabras.
Cerredo vuelve a estar en la portada de todos los periódicos, pero no por su futuro esperanzador como polo tecnológico del grafito. Sino por una tragedia que nunca debió ocurrir.
¿Qué se investiga ahora?
-
¿Cumplía Blue Solving los requisitos del permiso?
-
¿Se estaban haciendo labores de riesgo sin protocolo minero?
-
¿Por qué se produjo la acumulación de grisú?
-
¿Tenían los trabajadores protección adecuada?
-
¿Bajo qué convenio estaban empleados? ¿El de la construcción?
Lo ocurrido en Cerredo no es solo una tragedia minera. Es una herida social que reabre viejas cicatrices. Es también un aviso sobre la precariedad, la desregulación y la necesidad de que los derechos laborales bajen a la mina con cada trabajador. En el siglo XXI, morir así no es una fatalidad. Es una responsabilidad.