Asturias se tiñe de luto. Una brutal explosión registrada este lunes en el interior de la mina de Cerredo, en el concejo de Degaña, ha acabado con la vida de cinco trabajadores y ha dejado cuatro heridos, dos de ellos graves, en el que ya es el peor accidente laboral minero en España en la última década.
La detonación, que se produjo alrededor de las 9:30 de la mañana en la tercera planta de la explotación, ha sido provocada —según las primeras hipótesis— por una acumulación de grisú, el gas invisible y mortal que durante generaciones ha sido el enemigo silencioso de los mineros del carbón. La violencia del estallido sorprendió a los trabajadores a gran profundidad, desatando una carrera contrarreloj para evacuar heridos y recuperar los cuerpos de las víctimas.
Una operación de rescate al límite
En cuestión de minutos, el Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA) activó el PLATERPA en situación 0, y movilizó helicópteros medicalizados, UVI móviles, ambulancias y brigadas de rescate, entre ellas la legendaria Brigada de Salvamento Minero de Hunosa, especializada en intervenciones de alto riesgo bajo tierra.
De los heridos, uno fue trasladado al HUCA en helicóptero, mientras otros fueron derivados a hospitales de referencia desde el centro de salud de Villablino (León). Otro más fue llevado al hospital de Cangas del Narcea. El balance es desolador: cinco vidas truncadas, cuatro familias pendientes de un parte médico y una comunidad minera completamente devastada.
La mina, un proyecto experimental que operaba con autorización reciente
La explotación de Cerredo no estaba en plena producción, sino que operaba bajo un permiso de investigación para la extracción de grafito, en manos de la empresa Blue Solving, que había retomado actividades el pasado verano. Los trabajadores fallecidos, todos ellos naturales de las comarcas leonesas de Laciana y El Bierzo, formaban parte de una cuadrilla especializada en tareas subterráneas complejas.
La investigación ya en curso apunta a fallos en la ventilación o un escape súbito de metano, aunque ninguna hipótesis se descarta por el momento. La Fiscalía de Asturias ya ha solicitado un informe técnico urgente.
El país, conmocionado; Asturias, de luto
Las reacciones no se han hecho esperar. Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, expresó su “profundo dolor y solidaridad con las familias de las víctimas”. Adrián Barbón, presidente del Principado, decretó dos días de luto oficial y calificó el suceso como “una herida abierta en la memoria minera de Asturias”.
En Cerredo, el silencio lo envuelve todo. Las campanas han repicado a duelo y los vecinos, muchos de ellos hijos y nietos de mineros, han acudido en masa a mostrar su apoyo. “Esto es como volver atrás en el tiempo… Como revivir las peores pesadillas de nuestros abuelos”, decía esta mañana una mujer de 76 años, antigua lavandera del pozo.
Un recordatorio brutal
Este accidente reaviva el debate sobre las condiciones de seguridad en explotaciones experimentales y de pequeña escala, y sobre la vigilancia efectiva de las tareas en minas que no están en producción masiva. Aunque Asturias ha reducido drásticamente su actividad minera en los últimos años, la tragedia de Cerredo confirma que el riesgo nunca desapareció.
Hoy, la montaña escupió fuego. Y Asturias llora, otra vez, bajo tierra.