La Guardia Civil siguió el rastro de su pensión, sus compras online y a la mujer que sacaba dinero por él hasta dar con su escondite. Fue condenado en junio de 2024 a siete años de prisión, pero llevaba desde entonces huyendo de la justicia.
No tenía redes sociales, no frecuentaba bares, ni aparecía en fotos ni en reuniones familiares. Durante ocho meses, un hombre de 45 años, vecino de Langreo, logró mantenerse oculto y en silencio para evitar cumplir la pena de siete años de prisión por un delito de agresión sexual. Pero la Guardia Civil de Asturias no soltó el caso. Y lo que parecía una desaparición sin pistas acabó con una operación quirúrgica: localización, vigilancia, orden judicial, entrada y detención.
La historia comenzó en junio de 2024, cuando la Audiencia Provincial de Asturias dictó sentencia firme contra este individuo. Debía ingresar en el Centro Penitenciario de Asturias, pero en lugar de hacerlo, desapareció. Dejó Langreo atrás y comenzó a ocultarse en casas de familiares y amigos, sin dejar huella digital ni realizar movimientos llamativos. Una orden de búsqueda, detención e ingreso en prisión fue emitida inmediatamente, pero durante meses no dio señales de vida.
Una pista: el dinero
Fue en septiembre de 2024 cuando los investigadores comenzaron a estrechar el cerco. Los movimientos bancarios ofrecieron la primera clave: una pensión mensual de 1.200 euros que el hombre cobraba y retiraba en su totalidad en los primeros días del mes, desde dos entidades bancarias situadas en Pola de Laviana. Pero no era él quien lo hacía. Una mujer acudía puntualmente a los cajeros. Al mismo tiempo, empezaron a llegar compras online a una vivienda de esa misma localidad.
Todo apuntaba a que el fugitivo se ocultaba allí, protegido por su entorno, y delegaba en esta mujer sus movimientos externos. No salía de casa, no hacía vida social, no se exponía, pero sus huellas estaban en las transacciones. Era cuestión de tiempo.
Operación final: vigilancia y asalto autorizado
La Guardia Civil vigiló durante días tanto las entidades bancarias como el domicilio. Confirmaron que la mujer que retiraba el dinero era la misma que recibía los paquetes, y que en la vivienda residía con sus hijas. Con los indicios necesarios y la autorización judicial del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº2 de Pola de Laviana, los agentes activaron la fase final.
El martes 25 de marzo, se ejecutó la entrada en el domicilio y se procedió a la detención del prófugo. Posteriormente, fue trasladado al Centro Penitenciario de Asturias, donde ya cumple la condena que intentó eludir durante casi un año.
La justicia llega tarde, pero llega
Este caso demuestra que, incluso cuando parece que alguien ha desaparecido del mapa, la ley sigue trabajando en silencio. La Guardia Civil tejió una red paciente y meticulosa, siguiendo huellas financieras y digitales hasta localizar a un hombre que había optado por desaparecer.
Porque si algo ha dejado claro esta operación es que la justicia puede tardar… pero no se rinde.