¡Ay, fíos! Si vierais la carina que ponía vuestro güelu cada vez que hacía esta receta, decíavos yo que se relamía antes de sentase a la mesa. Era una de esas cenas de domingos que se cocinaban con calma y mucho amor. Porque el solomillo en salsa de nata, sidra y miel no ye una receta, ye una caricia templadina al estómago.
Aprendí a facerla con una vecina de Grado, que la preparaba siempre que venían de la pomarada con la sidra dulce recién prensada. Y claro, yo metí mano, probé, apunté y ya nunca más faltó en casa cuando había celebración o venía visita.
Ingredientes (pa 4 persones de buen comer)
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2 solomillos de cerdo, bien limpinos
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1 cucharada generosa de miel (mejor si ye de la montaña asturiana)
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250 ml de sidra natural
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200 ml de nata para cocinar
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1 cebolla grande
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2 dientes de ajo
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Aceite de oliva virgen extra
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Sal y pimienta al gusto
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Una pizquina de romero o tomillo (opcional, pero pa dar aroma ye gloria bendita)
Pasu a pasu (como lo hacía yo, sin andar con prisas)
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Sellar el solomillo: Corta los solomillos en medallones gordinos, como de dos dedos. Echa sal, pimienta y márcalos en una sartén caliente con un chorrín de aceite. Solo vuelta y vuelta, que se doren y sellen por fuera. Sácalos y reserva.
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Pochar la cebolla: En esa misma sartén, añade un poco más de aceite si hace falta, y echa la cebolla picadina muy fina junto con los ajos laminados. Que suden, que se ablanden, que suelten dulzura. Fuego medio-bajo y mimo.
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Añadir la miel y la sidra: Cuando la cebolla esté traslúcida, añade la cucharada de miel y deja que se funda bien. Después, echa la sidra y sube un poco el fuego pa que evapore el alcohol. Que se reduzca a la mitad.
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Incorporar la nata: Baja el fuego y añade la nata. Remueve y deja que se mezcle todo bien. Prueba la salsa, y si quieres darle un toque más tuyo, añade una pizca de tomillo o romero.
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Finalizar el guiso: Devuelve los medallones de solomillo a la sartén. Deja que se cocinen en esa salsa como unos 8-10 minutos, que se impregnen de todo y queden jugosos.
Cómo servirlo
Yo siempre lo ponía con puré de patata casero o patatines fritos, y un buen pan de escanda al lado, que la salsa pide barquinos a gritos. Y si hay un culín de sidra fresquina pa acompañar, ya ye pa echar la siesta luego con sonrisa.
El consejín de la abuela Balbina
“Nun escatimes en la sidra, fío. Si ye buena, la salsa queda que llora de lo rica. Y si ye de la tu pomarada, mejor que mejor.”
Que no falte el sabor d’Asturies na mesa
Espero que lo fagas y que lo disfrutes, estés donde estés. Porque la cocina ye memoria, y cada receta que se guarda ye como un abrazu que nunca se enfría. Mándame foto si lo haces, que me presta ver vuestras versiones.
¡Hasta mañana, corazones!