El estruendo del impacto se oyó a varios cientos de metros. En plena mañana, la carretera nacional N-632, entre Quintes y Arroes, se convirtió en el escenario de un brutal choque frontal que dejó a un conductor gravemente herido y su coche convertido en una trampa mortal de chapa y cristales.
Eran alrededor de las 9:30 horas cuando, por causas que aún se investigan, dos turismos colisionaron de frente en el punto kilométrico 58,7. Un tercer vehículo, sin tiempo de reacción, acabó implicado en el siniestro. Las imágenes posteriores del accidente muestran la crudeza de la escena: coches destrozados, cristales esparcidos por el asfalto y un silencio roto solo por las sirenas.
Un rescate a contrarreloj
El conductor más afectado quedó atrapado en el interior de su coche, inconsciente, con el volante hundido y sin posibilidad de salir por sus propios medios. Al lugar llegaron rápidamente dos patrullas de Tráfico de la Guardia Civil de Gijón y los bomberos del SEPA, que comenzaron una delicada operación de excarcelación. Cortaron puertas, desmontaron techos y retiraron piezas a la fuerza hasta liberar al herido.
Los sanitarios lograron estabilizarlo in situ, antes de trasladarlo de urgencia al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde se encuentra en estado crítico.
Una carretera que ya es conocida por su peligro
La N-632 vuelve a ser noticia por un nuevo accidente grave. No es la primera vez que este tramo, entre curvas cerradas, cambios de rasante y tráfico constante, deja escenas trágicas. Vecinos de la zona lo llevan advirtiendo desde hace años: “Es una carretera trampa”.
Los informes de la Dirección General de Tráfico señalan que en la última década se han producido múltiples siniestros de gravedad en esa misma zona, algunos con resultado fatal. Hoy, la historia ha vuelto a repetirse.
Un recordatorio brutal
Los vehículos involucrados quedaron destrozados, la carretera cortada en ambos sentidos, y el tráfico desviado durante varias horas. Pero lo más desgarrador fue ver a un hombre luchar por su vida dentro de un amasijo de hierros, mientras los bomberos sudaban bajo sus trajes por sacarlo con vida.
“Cuando llegamos, el motor seguía humeando y uno de los coches estaba prácticamente partido por la mitad”, comentó uno de los testigos.
Este lunes, en Villaviciosa, la rutina se rompió de golpe. La vida dio un volantazo inesperado. Y en la N-632, otra vez, el asfalto se tiñó de sangre.