Asturias honra la memoria de sus deportados al horror nazi con dos nuevas piedras de la memoria en Laviana

Asturias honra la memoria de sus deportados al horror nazi con dos nuevas piedras de la memoria en Laviana

El Principado reafirma su compromiso con la justicia histórica y la memoria democrática: se instalarán 50 nuevos adoquines en 2025 y los últimos 60 en 2026

 

Asturias da un paso más en su deber de recordar y homenajear a sus víctimas del nazismo. Este sábado, el Gobierno del Principado ha colocado en Laviana dos nuevas Stolpersteine, conocidas como "piedras de la memoria", en honor a Arturo Matías González Álvarez y José García Coto, dos asturianos que sufrieron la deportación a campos de concentración nazis tras la Guerra Civil.

El acto, cargado de emotividad y simbolismo, se enmarca dentro del ambicioso proyecto Stolperstein, que busca honrar a los casi 200 asturianos y asturianas que fueron víctimas del horror nazi. La iniciativa, impulsada por la Dirección General de Memoria Democrática, tiene como objetivo culminar la colocación de todos los adoquines conmemorativos durante esta legislatura.

El consejero de Ordenación del Territorio, Urbanismo, Vivienda y Derechos Ciudadanos, Ovidio Zapico, subrayó que la colocación de estos adoquines "es un compromiso ineludible con la verdad, la justicia y la reparación". También recordó que la memoria histórica no solo honra a las víctimas, sino que garantiza que atrocidades como estas no vuelvan a repetirse.

Los familiares de los homenajeados, junto con representantes del colectivo Deportados Asturianos, el alcalde de Laviana, Julio García, y la directora general de Memoria Democrática, Begoña Collado, participaron en el acto de colocación de las piedras, que ya forman parte del paisaje urbano como un testimonio eterno contra el olvido.

Los héroes silenciados de Laviana: la historia de dos asturianos que desafiaron el fascismo

Arturo Matías González Álvarez: de minero y miliciano a prisionero del terror nazi

Bajo el texu centenario de la plaza de la iglesia de Villoria reposa ahora la piedra de la memoria de Arturo Matías González Álvarez, minero de profesión y militante de la UGT. Su vida quedó marcada por su compromiso con la lucha antifranquista y su trágico final en Mauthausen, uno de los campos de exterminio más atroces del régimen nazi.

Nacido en Braña, Villoria, González tenía 28 años cuando estalló la Guerra Civil. Se alistó como voluntario miliciano y combatió en los frentes de Oviedo y Barazar (Bizkaia). Tras la caída del norte en 1937, huyó a Cataluña, donde la guerra continuó hasta su exilio forzoso en Francia en 1939.

Pero el horror no había hecho más que comenzar. En 1940, tras la ocupación nazi de Francia, fue capturado e internado en el campo de prisioneros Stalag XI-B, en Alemania. Su número de prisionero fue el 68.819, pero meses después sería enviado a Mauthausen, donde entró el 25 de noviembre de 1940 con un nuevo registro: 4.507.

Las condiciones inhumanas y el trabajo esclavo lo llevaron a un nuevo destino aún más letal: Gusen, un subcampo de Mauthausen, donde recibió su tercer y último número de prisionero, el 9.301. Sobrevivió apenas 10 meses. El 8 de noviembre de 1941, a los 33 años, su vida se apagó entre las sombras de uno de los mayores genocidios de la historia.

José García Coto: de la mina a la resistencia y el exilio en Canadá

En Tiraña, parroquia de Paniceres, una segunda piedra de la memoria ha sido instalada en honor a José García Coto, minero y militante socialista que, tras luchar en la Guerra Civil y exiliarse en Francia, terminó en el infierno de Buchenwald, uno de los campos de concentración más brutales del Tercer Reich.

Nacido el 9 de marzo de 1918, García Coto creció en una Asturias convulsa. Participó en la Revolución de 1934, y cuando el golpe de Estado de 1936 intentó destruir la Segunda República, se unió a la UGT y al PSOE. Luchó en el frente oriental de Asturias y en Oviedo, hasta que la derrota del norte lo obligó a huid a Cataluña y posteriormente a Francia.

Pero ni allí halló la paz. En plena ocupación alemana, fue capturado por la Gestapo el 10 de junio de 1944 en Cierp, Alto Garona. Tras un breve paso por una prisión en Toulouse, fue deportado a Buchenwald el 30 de julio en el último convoy que salió de la ciudad. Recibió el número 69.669 y quedó atrapado en el campo hasta su liberación el 15 de abril de 1945.

Tras la guerra, reconstruyó su vida en Francia y luego emigró a Rouyn-Noranda, Quebec, Canadá, donde adquirió la nacionalidad canadiense. Pero nunca dejó de añorar su tierra. En los años setenta recuperó la nacionalidad española y mantuvo vivo el recuerdo de su lucha. Falleció en agosto de 1997 en Canadá.

El legado del proyecto Stolperstein en Asturias: un compromiso con la memoria

El proyecto Stolperstein, impulsado por el artista alemán Günter Demnig en 1992, es hoy la mayor red de memoria descentralizada del mundo. Estas pequeñas placas de bronce, integradas en el pavimento, nos obligan a "tropezar" con la historia, con el nombre y el destino de quienes fueron silenciados.

Cada Stolperstein es única: en ella se graban el nombre, la fecha de nacimiento, el lugar y la fecha de deportación y, si se conoce, la fecha de su muerte. El propósito es claro: devolverle a cada víctima su identidad, su historia y su dignidad.

En Asturias, se han colocado ya más de 80 piedras de la memoria, y en los próximos dos años se completará la instalación de las casi 200 previstas en homenaje a los asturianos deportados a los campos nazis. En 2025 se sumarán 50 nuevas Stolpersteine y en 2026 se instalarán las 60 restantes.

Con cada adoquín que se coloca en el suelo asturiano, se escribe una página más de la historia que nunca debe olvidarse. La memoria de Arturo, de José y de tantos otros no es solo un recordatorio del pasado: es un llamado al presente para que el horror jamás se repita.

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