El hombre que convivió con el cadáver de su madre queda libre: ¿y ahora qué?

El hombre que convivió con el cadáver de su madre queda libre: ¿y ahora qué

Sin casa, sin dinero y con una realidad mental incierta, José vaga por Oviedo sin que nadie tenga claro qué hacer con él

José vivió con el cadáver de su madre durante años, rodeado de once perros y trece gatos en condiciones infrahumanas, en un piso donde el hedor se filtraba por las paredes. Cuando la policía irrumpió en su vivienda en La Carisa (Oviedo), se encontraron un escenario que parecía sacado de una película de terror: Laurentina Suárez, su madre, yacía momificada en una habitación, mientras los animales deambulaban entre la inmundicia.

La sorpresa de los vecinos se convirtió en indignación cuando, tras ser detenido por homicidio, maltrato animal y fraude a la Seguridad Social, quedó en libertad con cargos. Ahora no tiene casa, no tiene dinero y, lo más preocupante, nadie sabe qué hacer con él.

¿Un enfermo o un delincuente?

José no se ajusta al perfil de un criminal al uso, pero tampoco parece un hombre con capacidad para enfrentarse a la vida en la calle. Su madre llevaba años muerta en su casa, presuntamente cobraba su pensión, y su día a día transcurría entre sus perros y gatos en un encierro progresivo que acabó en un deterioro total de su entorno y, probablemente, de su mente.

La jueza lo ha dejado en libertad porque, de momento, no hay pruebas de que causara la muerte de su madre, pero la pregunta es inevitable: ¿puede un hombre en este estado seguir suelto?

Los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Oviedo están dispuestos a ayudarle, pero él rechaza la asistencia institucional. Acudió al Albergue Cano Mata, pero no había camas disponibles. Rechazó esperar la ayuda de la policía para encontrarle otro sitio y desapareció hasta que un vecino le ofreció cobijo temporalmente en su mismo edificio. Su piso sigue cerrado por orden judicial, así que José deambula sin rumbo, mientras las autoridades parecen no tener una respuesta clara sobre su destino.

¿Dónde acaba la responsabilidad del sistema?

La historia de José abre una grieta en el sistema de atención social y judicial. No está bien, pero tampoco encaja en un perfil de internamiento psiquiátrico inmediato. No se le puede obligar a aceptar ayuda, pero tampoco puede sobrevivir sin ella. ¿Quién se hace cargo de alguien así?

Mientras tanto, el barrio de La Carisa sigue en shock. Los vecinos, que convivieron durante años con este secreto macabro tras sus paredes, ahora se preguntan qué pasará con José. ¿Acabará en la calle? ¿Volverá a su casa si la justicia lo permite? ¿Es un enfermo que necesita ayuda o alguien que ha cruzado la línea y necesita un control más estricto?

Lo único seguro es que nadie tiene respuestas. Ni la justicia, ni los Servicios Sociales, ni la policía, ni la sociedad parecen preparados para gestionar un caso como este. Y José sigue ahí, en un limbo aterrador entre la locura y la realidad.

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