¡Ay, queríes saber cómo se fa la carne gobernada, eh? Bueno, ponete cómodo/a, que yo te voy a contar un secretu d’esos que solo las abuelas sabemos. A mí, a veces, me dicen que soy un pocu tiquismiquis con los ingredientes, pero ye que si no lo faes como Dios manda, la carne gobernada no sabe igual, ¡y no veas qué estampa me haría! Pues nada, a lo que vamos, que ya verás qué receta más rica te traigo hoy.
Recuerdo cuando era una chiquilla y mi madre, que ye la que me enseñó todo esto, me decía: “Niña, pa que la carne gobernada quede rica, tiene que llevar amor y paciencia.” Y yo me preguntaba, ¿pero cómo se le pone amor a la carne? Pues con los cuidados, con el cariño que le das a cada paso, con el cariño de todo lo que se fae con corazón. Y la paciencia, claro, que esa hay que tenerla siempre, porque un buen guiso ye como un buen vino, necesita su tiempu pa que se cocine bien y no se quede "cosío" por dentro.
¡Y qué te voy a contar de la historia! La carne gobernada al estilo de Oviedo ye uno de esos platos que siempre estuvo en las mesas de la gente trabajadora, la que no tenía más que un pedazo de carne, unos buenos garbanzos y las manos bien fuertes pa cocinar con lo que había. Y mira tú por dónde, ¡se convirtió en uno de los platos más queridos de toda la región! Esta receta se suele hacer pa celebrar todo tipo de fiestas, desde las que hacemos en casa, hasta las que se celebran por el barrio con la sidrina y el cachopo, ¡aquí, en el centro de Oviedo, que no se nos olvida!
Vamo ya con la receta. Pa empezar, necesitas los siguientes ingredientes:
Ingredientes:
- 1 kg de carne de ternera (mejor si ye de la buena, ¡eh, que no todo vale!).
- 4 dientes de ajo bien picaditos.
- 1 cebolla grande.
- 1 pimiento verde.
- 2 zanahorias.
- 1 hoja de laurel.
- 1 vaso de vino tinto (de sidra, ¡si se tiene!).
- 1 tomate madurito, que le da un gustín riquísimo.
- Aceite de oliva virgen extra, que no falte.
- Sal y pimienta, al gusto.
- Caldo de carne (o si no tienes caldo, un buen agua con un par de pastillas de caldo de carne, que nadie te vea).
Pasu a pasu pa facer la receta:
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Prepara la carne: Lo primero que tienes que hacer, guapina o guapín, ye cortar la carne en trozos generosos, de esos que te dejen buen sabor en la boca. Lo salpicas bien de sal y pimienta, y a continuación, calienta una cazuela grande con un poco de aceite de oliva. Cuando el aceite ya esté bien caliente, mete la carne pa dorarla por todos los lados. La tienes que dorar bien, eh, que si no lo haces, luego no tendrá sabor, y ya sabes que aquí no nos gusta eso.
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Sofrito casero: Mientras la carne se dora, haz un sofrito. Pica los ajos, la cebolla, el pimiento y las zanahorias en trozos pequeños. En la misma cazuela donde tienes la carne, agrega los ajos y las verduras, y deja que se vayan pochando a fuego lento. Tiene que oler ya a fiesta, ya verás qué gozada. Cuando la cebolla esté transparente, le añades el tomate picado. Tienes que dejar que todo se mezcle bien, que suelte el jugo.
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El toque del vino: ¡Ay, lo que me gusta añadirle el vino! Le pones el vaso de vino tinto, y dejas que se evapore el alcohol, como si nada, que lo que queremos es ese saborcito tan especial. Si te gustan las cosinas con un toquecito más asturiano, ¡ponle un poco de sidra! Pero si no, el vino tinto también hace maravillas.
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Cocinando a fuego lento: Ya que el vino se ha evaporado un poco, añades la carne que tenías reservada. Ahora es el momento de añadirle el caldo de carne (o el agua con pastillas de caldo, que también vale). Echa la hoja de laurel y tapa la cazuela. Lo dejas cocer todo junto a fuego lento durante una hora y media, o hasta que veas que la carne está tierna y bien hecha. ¡No te olvides de ir mirando, que no se quede secuá!
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El toque final: Cuando la carne ya esté bien tierna, se retira del fuego y se sirve en los platos. A mí me gusta acompañarla con un poco de arroz o, como se hacía antes, con una buena ración de patatas fritas. Ya verás qué plato más bueno y con qué gusto se te queda en el cuerpo.
Y ahora, ya te puedes sentar, ¡que la comida está lista! ¡Qué delicia! Cada bocado te va a saber a gloria, y ya me dirás si no tienes una sonrisa en la cara. Espero que disfrutes mucho de este plato que me enseñó mi madre, y que siempre me recuerda esos momentos de cuando nos sentábamos todos alrededor de la mesa, con el corazón lleno de alegría.
Ay, y recuerda, como siempre te digo, ¡que te aproveche, que está bueno de verdad! Y si tienes ganas de repetir, ya sabes dónde estoy, siempre dispuesta a darte una receta más. ¡Un abrazo muy fuerte, y que viva la comida asturiana, que es la más rica del mundo!
¡Hasta la próxima, y no te olvides de comer con cariño, que pa eso somos asturianos!