Recetas de una abuela asturiana: Tortos de maíz con revuelto de morcilla asturiana (ye gloria bendita)

Recetas de una abuela asturiana: Tortos de maíz con revuelto de morcilla asturiana (ye gloria bendita)

¡Ay, guapines! Si hay algo que en esta casa nunca ha faltado, son los tortos de maíz, ese invento maravilloso que resuelve el apaño para cualquier ocasión. ¡Y qué bien alimentan! Ahora, si ya los juntamos con una morcilla asturiana bien revueltina, ya podemos dar palmas de lo rico que está. Esto sí que ye comida de campeones y no lo que comen los mozos en esos restaurantes modernos con cuatro pintadas en el plato.

Recuerdo que mi güela me los hacía cuando venía del prau, con los brazos como dos palos de tanto segar. “Toma, fía, un torto con morcilla, que esto dáche pa levantar un carro tú sola”, me decía. Y qué razón tenía la mujer. Así que hoy vamos a recuperar esa tradición con una receta bien explicadina, como Dios manda, pa que los hagáis en casa y os chupéis los deos. ¡Marchando los tortos!

Ingredientes (pa 4 personas)

Pa los tortos:

✔️ 250 g de harina de maíz amarillo (de la buena, eh, que no valen inventos raros).
✔️ 200 ml de agua templada.
✔️ 1 pizca de sal.
✔️ 1 cucharada de aceite de oliva virgen extra.
✔️ Aceite para freírlos (de oliva o de girasol, lo que tengáis).

Pa'l revuelto de morcilla:

✔️ 2 morcillas asturianas (de las que sueltan ese pringue rico y tienen su cebolla bien pochadina).
✔️ 4 huevos camperos (que sepan a güevu, no a cartonazo).
✔️ Un chorrín de nata líquida (opcional, pero oye, ¡qué bien queda!).
✔️ Sal y pimienta al gusto.
✔️ Un poco de cebolla pochada (si os gusta más cremoso).
✔️ Un puñadín de perejil pa darle alegría (opcional).

Elaboración paso a paso

1️⃣ Vamos con los tortos

  1. En un bol grande, mezclamos la harina de maíz con la sal y hacemos un hueco en el medio.
  2. Vamos echando el agua templada poco a poco mientras removemos con la mano. Aquí no valen prisa ni batidoras, esto se amasa con cariño.
  3. Añadimos una cucharada de aceite y seguimos amasando hasta que la masa esté manejable, sin pegarse, pero sin que se desmorone.
  4. Dejamos reposar media horina tapada con un paño, que las cosas buenas siempre llevan su tiempo.
  5. Pasado ese rato, hacemos bolinas del tamaño de una nuez grande y las aplastamos con la mano hasta formar tortos fininos (unos 3-4 mm de grosor).
  6. Calentamos abundante aceite en una sartén y freímos los tortos hasta que estén doradinos y crujientes. Los ponemos en papel absorbente y los reservamos.

2️⃣ Ahora el revuelto de morcilla

  1. Quitamos la piel de las morcillas y desmenuzamos bien el relleno.
  2. En una sartén, echamos un poco de aceite y salteamos la morcilla hasta que se deshaga bien.
  3. Batimos los huevos con un chorrín de nata líquida, sal y pimienta.
  4. Bajamos el fuego y añadimos los huevos a la sartén, removiendo suavecito con una cuchara de madera, sin pasarse, que esto tiene que quedar jugoso, no como una suela de zapato.
  5. Cuando el revuelto tenga la textura cremosa perfecta, retiramos del fuego y espolvoreamos con un poco de perejil picado.

Montaje y presentación

Colocamos los tortos bien calentinos en un plato y encima una buena cucharada del revuelto de morcilla. ¡Listo para hincarle el diente!

Si queréis haceros los finos, podéis decorar con unos aros de cebolla fritos o un poquitín de queso rallado, pero yo os digo que así, tal cual, ya están pa llorar de buenos.

Consejos de la güela Balbina

    La harina de maíz no tiene gluten, así que no esperéis que la masa ligue como una de trigo. Si queréis tortos más flexibles, podéis mezclar un poquitín de harina de trigo.
    No remováis demasiado el revuelto, que el truco está en dejarlo cremoso, no seco.
    Para un toque especial, un poco de queso de cabrales desmigado encima del revuelto… y adiós a cualquier dieta.

¡Y ya ta! ¡Esto sí que ye comer como Dios manda!

No me vengáis con dietas raras, que esto da fuerza pa levantar un saco de patates con una mano. Si os ha gustado, ¡hacedlo y contadme! Y si no, venís a mi casa que os lo hago yo, pero traed el postre, ¿eh?

 

 

Un abrazu grande de la güela Balbina, y a comer como en casa de mamá. ¡Hasta la próxima receta, guapinos!

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