Rebeldes Indignadas denuncia la creciente presión para desproteger al lobo en España y Europa

Rebeldes Indignadas denuncia la creciente presión para desproteger al lobo en España y Europa

La ofensiva contra el lobo ibérico ha alcanzado un punto crítico. En un giro alarmante, el Gobierno de La Rioja ha eliminado al lobo de su registro autonómico de especies protegidas, allanando el camino para que el Ministerio de Transición Ecológica lo excluya también del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESRPE). Mientras tanto, en Bruselas, la Unión Europea ha aprobado una rebaja en su nivel de protección, lo que podría significar el regreso de la caza de esta especie, indispensable para la estabilidad de los ecosistemas.

En España, las amenazas contra el lobo no se detienen. Recientemente, el Parlamento de Galicia ha aprobado una propuesta del Partido Popular, respaldada por el PSOE gallego, que insta al Ministerio de Transición Ecológica a revertir su decisión de incluir al lobo en el LESRPE y en el Catálogo de Especies Amenazadas. Mientras tanto, otros partidos como Democracia Ourensana y el BNG han optado por una vergonzosa abstención.

La situación no es aislada. En Asturias, el partido "Asturias Ganadera", encabezado por Xuan Valladares, no solo exige la exclusión del lobo de la lista de especies protegidas, sino que además propone una polémica medida: permitir el pastoreo en zonas devastadas por incendios forestales. Una decisión que, de aprobarse, incrementaría exponencialmente el riesgo de nuevos incendios y comprometería la regeneración del monte.

Intereses económicos versus equilibrio ecológico

No sorprende que los sectores ganadero y cinegético mantengan una cruzada contra el lobo: su protección supone un obstáculo para sus intereses comerciales. Lo que resulta más desconcertante es que ciertos colectivos ecologistas respalden indirectamente esta postura, otorgando credibilidad a discursos como el de Valladares. Este es el caso de Pablo Manzano, miembro del BC3, y de la activista ecofeminista Yayo Herrero, quienes han validado al portavoz de "Asturias Ganadera" como un referente en la gestión del territorio, ignorando el consenso científico sobre el papel crucial del lobo en la naturaleza.

El lobo, el gran regulador del ecosistema

Lejos de ser un problema, el lobo es un depredador apical, lo que significa que regula la población de herbívoros y mantiene el equilibrio natural. Su presencia evita la sobreexplotación del suelo, la desertificación y contribuye a la regeneración forestal. Sin depredadores naturales, las poblaciones de herbívoros crecen sin control, devastan la vegetación y agravan la crisis climática al comprometer los sumideros de carbono.

El efecto miedo que genera el lobo en otras especies es fundamental: obliga a los herbívoros a moverse constantemente, reduciendo la degradación del suelo y permitiendo la dispersión de semillas. Su ausencia, en cambio, provoca un impacto devastador en los ecosistemas.

Desmontando el mito del "macho alfa"

El lobo ha sido víctima de numerosos mitos creados para justificar su exterminio. Uno de los más extendidos es el del "macho alfa", popularizado por el biólogo David Mech en estudios realizados con lobos en cautividad. Sin embargo, investigaciones posteriores han demostrado que las manadas de lobos en libertad no siguen una jerarquía rígida, sino que funcionan como familias cooperativas, donde la toma de decisiones es compartida y priman la empatía, la cooperación y el apoyo mutuo.

Este hallazgo desmonta la imagen del lobo como un animal agresivo y refuerza la idea de que su comportamiento está basado en la solidaridad y el altruismo, valores esenciales que los humanos hemos aprendido de ellos.

¿Por qué tanto odio hacia el lobo?

La persecución del lobo responde a una única razón: intereses económicos. La caza y la ganadería extensiva, actividades fuertemente subvencionadas, se benefician de la desaparición de este depredador. En muchas zonas, la presencia de lobos impide la expansión indiscriminada de explotaciones ganaderas, que destruyen el hábitat de la fauna salvaje y contribuyen al cambio climático.

El reciente cambio en la legislación europea es un ejemplo de cómo las presiones de los lobbies ganaderos y cinegéticos prevalecen sobre la ciencia y la ética ambiental. Aunque, por el momento, el lobo ibérico sigue protegido en España, esta decisión sienta un peligroso precedente.

El lobo, clave en nuestra evolución

El lobo no solo es crucial para la salud de los ecosistemas, sino que ha jugado un papel fundamental en la evolución humana. El etólogo Pierre Jouventin sostiene que los primeros humanos aprendieron el altruismo observando a los lobos, con quienes competían por la caza y con los que establecieron una relación de cooperación mutua que desembocó en la domesticación del perro.

En este sentido, la esencia de la humanidad está más ligada al lobo que a los simios. Mientras que los primates son individualistas, el lobo ha desarrollado una organización social basada en la colaboración y el cuidado de sus miembros. Ironías de la historia: el animal que nos enseñó a ser humanos es hoy víctima de nuestra brutalidad.

Proteger al lobo es proteger nuestro futuro

La caza del lobo es un ataque directo al equilibrio natural y una muestra del supremacismo humano que considera la naturaleza como un recurso a explotar. Cada vez que un lobo muere, el ecosistema se debilita. Cada vez que un gobierno cede a las presiones de los lobbies, el planeta da un paso más hacia el colapso ecológico.

Si realmente queremos frenar la crisis climática y garantizar un futuro sostenible, proteger al lobo debe ser una prioridad. No solo por lo que representa para la biodiversidad, sino porque, paradójicamente, en su comportamiento encontramos las claves de lo mejor que hay en la humanidad: la solidaridad, la cooperación y el respeto por la vida.

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