Las voces ecologistas advierten que la caza no solo no soluciona el problema de la sobrepoblación, sino que lo agrava, genera sufrimiento y destruye el equilibrio natural
La reciente decisión del Principado de ampliar la temporada de caza del jabalí en marzo ha avivado una intensa polémica. Mientras las administraciones justifican la medida como una forma de controlar la población de estos animales, prevenir accidentes de tráfico y reducir daños en la agricultura, organizaciones ecologistas y científicas denuncian que esta práctica no solo es ineficaz, sino contraproducente.
La plataforma Defensa Animal, a través de su bióloga Rosa Más, ha manifestado su rechazo frontal a la medida, alegando que la caza desestructura las manadas y, en lugar de reducir la población, termina fomentando su crecimiento descontrolado. Además, señalan que muchas de las problemáticas atribuidas a los jabalíes tienen un origen humano, derivado de prácticas como la cría en granjas cinegéticas y la alteración de su entorno natural.
Pero, ¿es realmente la caza una solución, o forma parte del problema?
El falso debate sobre la sobrepoblación: "No hay datos reales"
Uno de los principales argumentos para justificar la caza del jabalí es su supuesta sobrepoblación, pero nadie ha cuantificado cuántos hay realmente. La bióloga Rosa Más advierte que no existe un censo oficial en España que determine con precisión la cantidad de jabalíes en cada territorio.
"No se puede hablar de sobrepoblación si no hay un censo. Mientras las administraciones no cuenten los ejemplares, es absurdo hablar de soluciones porque no conoces bien el problema", afirma Más.
El comportamiento de los jabalíes es errático, y pueden aparecer grandes grupos en ciertas áreas sin que esto implique necesariamente un aumento de población. Sin embargo, la percepción pública y el alarmismo mediático generan la idea de una invasión incontrolable.
"Un solo jabalí puede causar daños en cultivos o aparecer en una carretera, pero eso no significa que haya más que antes", explica la experta.
De hecho, los estudios indican que el aumento de accidentes con jabalíes coincide con la temporada de caza. Según un informe de la aseguradora AXA y datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), la mayoría de los accidentes de tráfico con jabalíes ocurren entre octubre y enero, justo cuando los cazadores los están persiguiendo en los montes.
"La caza desplaza a los animales, los desorienta y los obliga a huir, lo que aumenta su presencia en zonas urbanas y carreteras", señala Más.
El efecto contrario: cuando la caza genera más jabalíes
Uno de los puntos más controvertidos es la manera en que la caza, lejos de reducir la población, provoca un aumento de los nacimientos.
Los jabalíes tienen una estructura social matriarcal, donde una hembra dominante controla el grupo y regula el número de nacimientos mediante feromonas. Si esta hembra muere, las demás entran en celo al mismo tiempo, lo que se traduce en más crías y una reproducción descontrolada.
"Cuando los cazadores eliminan a la hembra alfa, el grupo pierde su estructura y el resultado es una explosión de nuevos nacimientos", explica la bióloga.
A esto se suma la cría en granjas cinegéticas, una práctica que se mantiene en la sombra pero que cada vez está más documentada. Según denuncian activistas como Raquel Aguilar y Ángeles Sanmiguel, miles de jabalíes y otros animales son criados en cautividad y luego liberados en los montes para abastecer la caza deportiva.
"No tiene sentido que se hable de controlar la sobrepoblación cuando se están soltando miles de jabalíes cada año para que los cazadores tengan piezas que abatir", denuncia Sanmiguel.
El negocio detrás de la caza y su impacto en el ecosistema
Lejos de ser una actividad de "control poblacional", la caza es un negocio lucrativo. La industria cinegética genera millones de euros en España, con tarifas que pueden alcanzar los 6.000 euros por batida en algunos cotos de caza.
Esta actividad, además de causar enorme sufrimiento animal, afecta gravemente a los ecosistemas. La presencia de cazadores en los montes genera contaminación por plomo en los suelos y ríos, fragmentación del hábitat y un impacto directo sobre otras especies.
Según Rosa Más, la caza ha contribuido a la desaparición de depredadores naturales como el lobo, que son los encargados de regular de manera natural las poblaciones de ungulados como los jabalíes.
"Si eliminas al lobo, los jabalíes se reproducen más rápido. La caza ha roto el equilibrio natural del ecosistema", señala.
Además, con la proliferación de cebaderos, donde se deja alimento para atraer a los jabalíes antes de cazarlos, se ha generado una dependencia alimentaria que facilita la entrada de estos animales en entornos urbanos.
Alternativas a la caza: soluciones reales y sostenibles
Si la caza no es la solución, ¿qué alternativas existen para gestionar la presencia de jabalíes en el entorno?
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Protección de cultivos sin matar animales
Se pueden utilizar cultivos trampa con maíz u otros cereales para desviar a los jabalíes de las zonas agrícolas.Existen repelentes químicos y olfativos que han demostrado ser eficaces para alejarlos de los campos sin necesidad de matarlos. -
Uso de anticonceptivos
En Cataluña y la Comunidad Valenciana se han realizado pruebas con vacunas anticonceptivas que han reducido la reproducción de los jabalíes sin recurrir a la caza. -
Restauración del equilibrio natural
Proteger a depredadores naturales como el lobo permitiría un control biológico del jabalí sin intervención humana. -
Modificación del entorno urbano
Eliminar fuentes de comida accesibles en ciudades (contenedores abiertos, restos de alimentos en la calle, etc.) reduce la presencia de jabalíes en zonas urbanas.
Conclusión: un modelo obsoleto que urge revisar
El debate sobre la caza del jabalí en Asturias es mucho más profundo de lo que parece. Mientras algunos defienden su necesidad para controlar la población y evitar daños, cada vez más expertos y ecologistas advierten que esta práctica solo perpetúa el problema.
En un mundo en crisis climática, donde la conservación de la biodiversidad es clave, la caza como herramienta de gestión debe ser reemplazada por alternativas más sostenibles y éticas.
"Pensar que la caza es la única solución es un insulto a la inteligencia", afirma Raquel Aguilar.
El futuro de la fauna salvaje en España dependerá de si las administraciones siguen apostando por los métodos de siempre o dan un paso adelante hacia una gestión más moderna, científica y respetuosa con la naturaleza.