El nombre de Ignacio Allende Fernández, conocido como Torbe, vuelve a estar en el foco de la polémica tras ser detenido nuevamente, esta vez en el aeropuerto de Barajas, acusado de agresión sexual, trata de personas y detención ilegal. Un personaje que, lejos de ser polémico, representa un símbolo de los abusos y las sombras de una industria que demasiadas veces ha mirado hacia otro lado.
Un historial de delitos que horroriza: Desde su detención en 2006 por grabar a una menor, pasando por la red de explotación sexual descubierta en 2016, hasta su condena en 2023 por distribución de pornografía infantil, Torbe ha acumulado acusaciones que hielan la sangre. Su liberación tras solo siete meses en prisión preventiva y su acuerdo para evitar una condena mayor en 2023 han generado una ola de críticas sobre la falta de contundencia del sistema judicial.
El nuevo escándalo: una joven engañada y retenida La reciente denuncia proviene de una joven que asegura haber sido engañada para viajar a España, donde fue retenida contra su voluntad y abusada. ¿Hasta cuándo se permitirá que estas historias se repitan? ¿Cuántas víctimas más callan por miedo o falta de apoyo?
El grito en redes: basta ya La plataforma X ha estallado. Miles de usuarios exigen que Torbe pague por sus crímenes y cuestionan un sistema que permite que depredadores reincidentes operen con impunidad. “No es solo Torbe, es todo un sistema podrido”, claman activistas y expertos.
Un monstruo que simboliza las carencias legales Torbe, que ha construido su carrera explotando a los más vulnerables, es un reflejo de un sector que necesita regulación urgente. Su presencia en películas y plataformas, y su capacidad para eludir la justicia, evidencian las fisuras de un sistema que deja desprotegidas a las víctimas.