Los delincuentes irrumpieron armados en la sucursal, ataron con bridas a los empleados y sembraron el pánico en la ciudad
El miedo se apoderó de una sucursal bancaria en Gijón cuando tres delincuentes encapuchados y armados irrumpieron con violencia en el establecimiento de la Avenida de Portugal, desatando una escena de auténtico terror. Los empleados fueron reducidos y atados con bridas, mientras los asaltantes exigían el dinero con una pistola en mano. El botín: 46.025 euros en efectivo, un precio irrisorio comparado con el trauma que dejaron tras de sí.
Ahora, la justicia ha hablado: 14 años de prisión para cada uno de los responsables, en una sentencia que pretende ser ejemplar y que pone de manifiesto la dureza con la que se castigan los delitos con violencia extrema y toma de rehenes.
Un asalto calculado y sin piedad
Los hechos ocurrieron a plena luz del día, cuando los delincuentes accedieron al banco con una estrategia bien definida. En cuestión de minutos, lograron inmovilizar a los empleados y clientes que se encontraban en la sucursal, utilizando bridas de plástico para atarlos y sometiéndolos bajo la amenaza de un arma de fuego.
Una investigación implacable que llevó a la captura
Gracias a la rápida intervención policial y al análisis de las cámaras de seguridad, los investigadores lograron identificar a los sospechosos en cuestión de días. El uso de pruebas forenses, rastreo de llamadas y testigos clave fueron determinantes para reconstruir los movimientos de los ladrones antes y después del atraco.
El tribunal no tuvo dudas: la violencia ejercida, el secuestro temporal de los empleados y la premeditación del acto hicieron que la condena fuera contundente. “No se trata de un robo improvisado, sino de una acción milimétricamente planificada con total desprecio por la vida de las víctimas”, concluyó el juez en su sentencia.
Un precedente contra la delincuencia organizada
El caso causó gran revuelo en Gijón, despertando preocupación en el sector financiero y entre los ciudadanos. La sentencia, sin embargo, lanza un mensaje claro: no hay impunidad para quienes siembran el terror en la sociedad. Desde las asociaciones bancarias han pedido un refuerzo en la seguridad de las sucursales, así como medidas adicionales para proteger a los trabajadores ante este tipo de incidentes.