¿Por qué siempre hay inestabilidad en Oriente Medio? Un mapa trazado sin lógica y un siglo de conflictos

¿Por qué siempre hay inestabilidad en Oriente Medio Un mapa trazado sin lógica y un siglo de conflictos

El Medio Oriente es una de las regiones más convulsas del planeta. A lo largo del último siglo, ha sido escenario de guerras, revoluciones, levantamientos y tensiones interminables que parecen no tener fin. Pero, ¿por qué?

Existen múltiples razones, desde las disputas por los recursos naturales hasta los intereses geopolíticos de las potencias mundiales. Sin embargo, una de las principales causas de la inestabilidad en la región es el trazado artificial de sus fronteras, que no responde a la realidad étnica, cultural ni religiosa de sus pueblos.

Para entender cómo Oriente Medio se convirtió en un polvorín constante, hay que remontarse a 1916, en plena Primera Guerra Mundial, cuando dos aristócratas, Mark Sykes (británico) y François Georges-Picot (francés), decidieron repartir la región como si fuera un tablero de ajedrez, sin tener en cuenta las dinámicas sociales que llevaban siglos forjándose allí.

El Acuerdo Sykes-Picot: cuando Europa dividió el Medio Oriente con una regla y un lápiz

Durante siglos, el Imperio Otomano controló lo que hoy conocemos como Siria, Irak, Líbano, Palestina, Jordania y gran parte de la Península Arábiga. Pero cuando los otomanos comenzaron a perder poder en la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña y Francia vieron una oportunidad de oro para repartirse la región.

Así nació el Acuerdo Sykes-Picot, un pacto secreto firmado en 1916 entre los dos países europeos antes siquiera de haber ganado la guerra. Este acuerdo estableció que, cuando el Imperio Otomano colapsara, Francia controlaría el norte de la región (Líbano, Siria y una parte de Turquía), mientras que Gran Bretaña se quedaría con el sur (Irak, Palestina y Jordania).

Pero aquí está el problema: ninguno de estos países existía aún como tal. En la práctica, lo que hicieron fue trazar fronteras artificiales que ignoraban por completo la historia, la identidad y la composición étnica y religiosa de los pueblos que vivían allí.

Fronteras sin sentido: una bomba de relojería

El problema fundamental de Sykes-Picot fue que dividió a comunidades que habían convivido durante siglos y unió a grupos que no tenían nada en común, sentando las bases para un siglo de conflictos.

Algunas de las heridas abiertas que dejó este trazado arbitrario fueron:

    Kurdistán: el país que nunca nació
Los kurdos, una etnia de más de 30 millones de personas, fueron repartidos entre Irak, Siria, Turquía e Irán, sin que se les permitiera formar un Estado propio. Desde entonces, han protagonizado levantamientos, guerrillas y conflictos en todos estos países, reclamando su derecho a la independencia.

    Irak: un país imposible
Los británicos crearon Irak uniendo tres regiones que nunca habían compartido una identidad común:

  • Los chiitas en el sur
  • Los sunitas en el centro
  • Los kurdos en el norte

Desde el principio, hubo conflictos internos, agravados por décadas de gobiernos autoritarios, golpes de Estado y conflictos sectarios. Hoy, Irak sigue siendo un país dividido, con tensiones constantes entre estas comunidades.

    Palestina e Israel: la herida abierta del Medio Oriente
Cuando los británicos tomaron Palestina tras la Primera Guerra Mundial, prometieron tierras tanto a los árabes como a los judíos, generando un conflicto que aún perdura. En 1948, tras la creación del Estado de Israel, la región entró en un ciclo de guerras, desplazamientos y enfrentamientos que han marcado la historia del siglo XX y XXI.

    Líbano: un equilibrio frágil
Los franceses establecieron Líbano como un país con un frágil equilibrio sectario entre cristianos maronitas, musulmanes chiitas y musulmanes sunitas. Sin embargo, esta división ha generado décadas de tensiones internas, incluyendo una devastadora guerra civil entre 1975 y 1990.

    Siria: de dictaduras a una guerra interminable
Siria, también creada artificialmente por Francia, unió comunidades enfrentadas y ha pasado por regímenes dictatoriales, levantamientos y, desde 2011, una guerra civil que ha desplazado a millones de personas y ha permitido la entrada de actores internacionales como Rusia, Irán y Turquía en el conflicto.

¿Qué pasó después? Más traiciones, más guerras

Cuando el Acuerdo Sykes-Picot se hizo público en 1917, el mundo árabe se sintió traicionado, ya que los británicos habían prometido a los líderes árabes su independencia si luchaban contra el Imperio Otomano. Pero en lugar de eso, fueron puestos bajo dominio colonial de Francia y Reino Unido, lo que generó un sentimiento de resentimiento y revanchismo que persiste hasta hoy.

A lo largo del siglo XX y XXI, Oriente Medio ha sido escenario de golpes de Estado, intervenciones extranjeras, dictaduras, guerras civiles y movimientos insurgentes, muchos de ellos resultado directo de las fronteras impuestas por Europa.

¿Es posible corregir el error de Sykes-Picot?

Más de un siglo después, la división artificial de Oriente Medio sigue siendo uno de los principales factores de inestabilidad en la región. Muchos analistas consideran que la única solución real sería redibujar el mapa, permitiendo que los pueblos que fueron separados puedan decidir su propio destino.

Sin embargo, hacer esto en la práctica es casi imposible. Las potencias extranjeras aún tienen intereses estratégicos en la región, y muchos gobiernos locales han utilizado estas divisiones para mantenerse en el poder.

Lo cierto es que las cicatrices de Sykes-Picot no han cerrado. Y mientras las fronteras sigan dividiendo pueblos que deberían estar juntos y uniendo comunidades que nunca quisieron estarlo, Oriente Medio seguirá siendo un polvorín listo para explotar en cualquier momento.

Un siglo de errores, un futuro incierto

Si alguna vez te has preguntado por qué siempre hay guerras en Oriente Medio, la respuesta está en un mapa mal trazado y un acuerdo entre dos diplomáticos europeos que nunca pisaron la región.

El Acuerdo Sykes-Picot no solo creó países artificiales, sino que condenó a generaciones enteras a vivir en conflicto. Y aunque el mundo ha cambiado mucho desde entonces, las fronteras siguen ahí, las tensiones siguen vivas y la historia sigue repitiéndose.

El Medio Oriente que conocemos hoy es un rompecabezas que nunca encajó del todo, y mientras esas líneas en el mapa sigan sin reflejar la realidad de sus pueblos, la paz seguirá siendo un sueño inalcanzable.

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