Tres incendios en dos semanas, una casa reducida a cenizas, una cuadra calcinada con los animales dentro y un pajar devorado por las llamas.
El miedo se apodera de Palaciós, un pequeño pueblo asturiano que teme la próxima noche.
La Guardia Civil estrecha el cerco sobre el responsable antes de que sea demasiado tarde.
La paz que caracterizaba al pequeño pueblo de Palaciós, en Lena, ha sido destruida por una serie de incendios provocados que han encendido todas las alarmas. Tres ataques en apenas dos semanas, en distintos puntos del núcleo rural, han sembrado el pánico entre los vecinos, que ahora viven en un estado de alerta constante. La Guardia Civil investiga a contrarreloj para dar con el responsable antes de que el fuego cobre un precio aún más alto.
Todo comenzó la madrugada del 19 de enero, cuando las llamas devoraron una cuadra con dos vacas dentro. Una de ellas murió carbonizada, la otra logró salvarse, aunque con graves quemaduras. En ese momento, parecía un incidente aislado. Nadie imaginaba que era solo el inicio de una pesadilla.
Seis días después, el 25 de enero, el fuego volvió a atacar. Esta vez, un pajar en el corazón del pueblo. Un golpe preciso, certero. La rápida reacción de los vecinos, que lograron sofocar las llamas con mangueras antes de que se extendieran, evitó una tragedia mayor. Pero la sensación de peligro ya había calado en el pueblo.
El tercer golpe, el más demoledor, llegó en la madrugada del 4 de febrero. Una casa de dos plantas ardió hasta los cimientos. Las llamas se elevaron al cielo y, cuando los vecinos despertaron con el olor a humo, ya no había nada que hacer. El propietario, Carlos Prieto, no pudo contener las lágrimas. Con su casa, se habían perdido años de historia, fotografías familiares y recuerdos de toda una vida.
"¿Quién puede hacer algo así? No tenemos enemigos, no hemos tenido problemas con nadie… No entendemos nada", lamenta Prieto, aún en shock.
El patrón se repite, los tiempos entre incendios se acortan y la violencia del fuego aumenta. Alguien está atacando Palaciós y nadie sabe quién ni por qué.
Una sombra sin rostro y un pueblo en vilo
27 vecinos duermen en Palaciós. Todos saben que, si el pirómano actúa de madrugada en lugar de al amanecer, la tragedia podría ser irreparable.
"La angustia es total. Si los incendios hubieran comenzado unas horas antes, podríamos estar hablando de muertes", confiesa Gabino Fernández, uno de los habitantes que ha vivido de cerca cada siniestro.
La Guardia Civil ha desplegado una investigación a fondo. Se rastrean posibles testigos, se analizan los restos de los incendios y se estudian patrones que puedan revelar la identidad del responsable. El tiempo corre en contra.
¿Habrá un próximo incendio? ¿Cuánto tiempo queda antes de que el pirómano vuelva a atacar?
Los habitantes del pueblo no quieren averiguarlo. Ya no duermen tranquilos. Cada sonido en la noche es un posible incendio, cada sombra un posible peligro.
Si alguien ha visto algo, que hable.
Si alguien sospecha de alguien, que lo diga.
El pirómano debe ser detenido antes de que el fuego cobre un precio aún mayor.