A principios del siglo XX, algunos padres optaron por enviar a sus hijos por correo para ahorrar dinero en los billetes de tren. Una práctica insólita que hoy sería impensable.
Un sistema postal con lagunas sorprendentes
A principios del siglo XX, el Servicio Postal de los Estados Unidos (USPS) introdujo un nuevo servicio de paquetería que permitía a los ciudadanos enviar paquetes de hasta 5 kilogramos. Sin embargo, la falta de regulaciones específicas sobre qué podía considerarse "paquete" dio lugar a uno de los episodios más insólitos de la historia del correo estadounidense: algunos padres comenzaron a enviar a sus hijos por correo, confiándolos a los carteros como si fueran paquetes postales.
Los niños viajaban en tren acompañados por empleados postales y eran entregados directamente en la puerta de sus familiares, todo por un precio mucho menor que el de un billete de tren normal.
Casos reales: niños enviados por correo
El primer "envío infantil" documentado ocurrió en 1913, cuando una pareja de Ohio decidió enviar a su bebé de ocho meses a la casa de su abuela, situada a poco más de un kilómetro de distancia. Pagaron 15 centavos en sellos y aseguraron el "paquete" por 50 dólares, en caso de que ocurriera algún percance.
El caso más famoso es el de May Pierstorff, una niña de 5 años y 11 meses que, en 1914, fue enviada por correo desde Grangeville hasta Lewiston, Idaho. Al pesar menos de 50 libras (22 kg), los padres encontraron más barato enviarla por correo que comprarle un billete de tren. Pagaron 53 centavos en sellos, que fueron adheridos a su abrigo, y la pequeña viajó en el vagón de correo hasta ser entregada a sus abuelos por el cartero Leonard Mochel.
Otro caso conocido es el de un niño que fue enviado a casa de sus abuelos en Pensilvania, recorriendo más de 150 kilómetros.
En todos estos casos, los niños eran tratados con cuidado por los carteros, que solían conocer bien a las familias y consideraban su "transporte" parte de su trabajo.
El fin de una práctica insólita
Aunque parezca increíble, estos envíos no eran ilegales en ese momento, porque el sistema postal estadounidense aún no tenía regulaciones que prohibieran explícitamente el transporte de seres humanos. Sin embargo, tras varios casos documentados y la creciente preocupación de las autoridades, en 1915, el director general de correos de EE.UU. emitió una prohibición oficial, dejando claro que ningún ser humano podía ser enviado a través del correo postal.
Así se puso fin a una de las historias más curiosas del sistema postal, que hoy en día sería completamente impensable.
El legado de una época diferente
El caso de los niños enviados por correo nos muestra una época con normas más flexibles y en la que la comunidad confiaba enormemente en los carteros. La cercanía entre las familias y los empleados postales hacía que estos casos fueran vistos con naturalidad.
Hoy en día, el USPS sigue siendo uno de los servicios postales más grandes del mundo, pero difícilmente podríamos imaginar que en algún momento permitiera algo así.
Imágenes de la época muestran a niños con sellos pegados en la ropa, listos para su "entrega" en casa de sus abuelos.
¿Te imaginas que esta práctica siguiera existiendo hoy? Aunque parezca un cuento de ficción, esto fue una realidad en Estados Unidos hace poco más de un siglo.