El pasado 15 de enero, agentes de la Guardia Civil de Tráfico de Asturias detuvieron a un vecino de El Franco de 45 años mientras circulaba a 190 kilómetros por hora en la autovía A-8, a la altura de Tapia de Casariego, en un tramo con límite de 120 km/h. Para agravar la situación, las pruebas posteriores revelaron que el conductor iba bajo los efectos del alcohol, con una tasa de 0,34 mg/l, y que había consumido cocaína.

El incidente se produjo durante un control de velocidad organizado en el kilómetro 492,500 de esta importante vía, que conecta Bilbao con Baamonde (Lugo). Este operativo forma parte de los planes de vigilancia establecidos por la Guardia Civil para prevenir accidentes y garantizar la seguridad vial.

Multa histórica: hasta 2.000 euros y 16 puntos menos

El infractor acumula tres graves denuncias:

• Exceso de velocidad por superar en 70 km/h el límite establecido.
• Conducción bajo los efectos del alcohol.
• Conducción con presencia de drogas en el organismo.

Estas infracciones podrían traducirse en sanciones económicas de hasta 2.000 euros y la retirada de 16 puntos del carné de conducir. Además, la gravedad de los hechos podría derivar en consecuencias judiciales más severas.

Un precedente alarmante en la A-8

Este no es el primer caso de temeridad registrado en este punto. En noviembre pasado, otro conductor fue captado a 220 km/h, duplicando el límite de velocidad permitido. Ambos incidentes reflejan la necesidad de reforzar las medidas de control y concienciar a los conductores sobre los riesgos asociados a estas conductas.

El peligro de la combinación alcohol, drogas y velocidad

La Dirección General de Tráfico (DGT) subraya que el consumo de alcohol y drogas al volante multiplica exponencialmente el riesgo de accidentes. Según los datos de 2024, más del 30% de los accidentes mortales en carreteras españolas estuvieron relacionados con el consumo de estas sustancias.

Además, el exceso de velocidad sigue siendo uno de los factores más determinantes en la gravedad de los siniestros. Por ello, la DGT y la Guardia Civil intensifican los controles de velocidad y sustancias en todo el territorio, especialmente en tramos conflictivos como la A-8.

Llamada a la responsabilidad

Este caso es un recordatorio alarmante de las consecuencias que puede tener la imprudencia al volante. Las autoridades instan a los conductores a actuar con responsabilidad y recuerdan que las carreteras no son un lugar para asumir riesgos innecesarios.

La comunidad asturiana, conmocionada por este incidente, exige mayor vigilancia y penas más severas para quienes ponen en peligro vidas ajenas. Mientras tanto, la Guardia Civil reafirma su compromiso con la seguridad vial, asegurando que no se tolerarán conductas que comprometan la integridad de todos los usuarios de la carretera.