Brindis, surf y postales centenarias: la loca historia de las tarjetas navideñas que no sabías que necesitabas

Brindis, surf y postales centenarias: la loca historia de las tarjetas navideñas que no sabías que necesitabas

¿Qué tienen en común una familia brindando con vino en 1843, un Santa Claus haciendo surf y postales diseñadas por abogados creativos? Todas son parte del fascinante y a veces hilarante mundo de las postales navideñas, una tradición que, contra viento y marea, ha resistido el paso del tiempo y las modas tecnológicas.

La primera postal navideña: ¿Brindamos o cancelamos?
En 1843, Sir Henry Cole decidió que escribir cartas a mano para desear felices fiestas era demasiado trabajo. Encargó al artista John Calcott Horsley la creación de la primera tarjeta navideña comercial. ¿El resultado? Una ilustración de una familia bebiendo vino que probablemente hoy sería cancelada en redes sociales por "excesivo espíritu festivo". Sin embargo, esa pequeña obra de arte revolucionó la forma en que felicitamos la Navidad. Tanto es así que, en 2015, una de estas tarjetas se vendió por la módica suma de 10.513,84 dólares. A ese precio, esperemos que incluyera un brindis.

Santa Claus en modo rebelde
Si creías que Santa Claus solo reparte regalos y bebe leche con galletas, necesitas ver las postales navideñas del siglo XX. Desde un Papá Noel en motocicleta hasta otro tomando el sol en Hawaii, estas tarjetas rompieron con el típico escenario de nieve y chimeneas. Los diseñadores de la época parecían pensar: “¿Por qué no ponemos a Santa pescando o tocando la batería?” Y funcionó. A los destinatarios les encantaba este toque de humor y originalidad.

El abogado que manda postales como blockbuster navideño
Un abogado asturiano se ha convertido en una estrella local por su habilidad para crear postales que son auténticas producciones cinematográficas. Una de sus creaciones unió a José Luis Garci y Luz Sánchez-Mellado en una especie de crossover navideño que sorprendió a todos. Su objetivo es claro: no enviar una postal más, sino la postal que la gente recuerde durante años. Porque si vas a felicitar, que sea con estilo.

¿Y las más modernas? La revolución DIY
Hoy en día, si quieres destacar, olvídate de comprar una tarjeta genérica. Las postales DIY (hazlo tú mismo) son la moda. Con un poco de cartulina, purpurina y habilidades artísticas cuestionables, cualquiera puede crear una obra maestra (o un desastre adorable). Estas tarjetas personalizadas se convierten en pequeños regalos llenos de amor, aunque a veces se parecen más a un proyecto de preescolar.

Así que este año, ya sea que elijas una tarjeta clásica, un Santa Claus surfeando o te atrevas con una creación DIY que combine purpurina y pegamento (y posiblemente un poco de caos), recuerda lo importante: las postales navideñas no son solo un trozo de papel. Son un momento para reconectar, arrancar una sonrisa y, sobre todo, demostrar que la magia de la Navidad no entiende de formatos, pero sí de imaginación y cariño.

¿Quién sabe? Tal vez tu postal de este año sea la que, dentro de 100 años, alguien encuentre en un cajón y decida subastar por una pequeña fortuna. ¡La creatividad no tiene límites!

 

Pie de foto: Primera felicitación navideña de 1843

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