La reciente declaración de la cultura sidrera asturiana como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad no solo reconoce un legado histórico, sino que también pone en el foco a los verdaderos artistas que lo mantienen vivo. Asturias es un escenario en el que agricultores, escanciadores, llagareros y artesanos trascienden sus roles cotidianos para convertirse en creadores de arte a través de la sidra. Estas personas, con su talento y dedicación, son los protagonistas de una tradición que no solo se preserva, sino que se reinventa.
Escanciadores: los coreógrafos del líquido dorado
El escanciado, más que una técnica, es una forma de expresión artística que requiere precisión, ritmo y sensibilidad. Los mejores escanciadores no solo dominan el gesto icónico, sino que convierten cada caída de sidra en un espectáculo. En competiciones y sidrerías, se les admira como a verdaderos intérpretes, capaces de transformar un acto cotidiano en un momento mágico. Cada escanciador tiene su estilo único, desde el ángulo del brazo hasta la cadencia del vertido, como si de un pintor se tratase con su pincel.
Llagareros: maestros alquimistas
En los llagares, donde la sidra nace, los llagareros actúan como auténticos alquimistas. Mezclan variedades de manzanas con intuición y conocimiento, ajustan los tiempos de fermentación y cuidan cada detalle para que el resultado sea perfecto. Su trabajo, que combina tradición y ciencia, es comparable al de un perfumista que busca la mezcla ideal. Algunos llagares incluso experimentan con barricas especiales o nuevas técnicas para llevar la sidra a niveles de sofisticación sorprendentes, acercándola al terreno de la alta gastronomía.
Agricultores de pomaradas: artistas de la tierra
Las pomaradas, con sus hileras de manzanos, son lienzos vivos en los que trabajan los agricultores. Cada cosecha es el resultado de años de cuidado y observación, como si la tierra misma fuera una obra en proceso. El diseño de las plantaciones, la elección de las variedades de manzana y las técnicas de recolección tienen una dimensión estética que convierte a los agricultores en escultores de paisajes.
Diseñadores y creadores contemporáneos: innovadores de la sidra
El mundo de la sidra también está atrayendo a una nueva generación de creadores, como diseñadores gráficos, ceramistas y arquitectos que colaboran con llagares para reinterpretar la tradición. Desde etiquetas que cuentan historias hasta vasos de sidra diseñados para optimizar la experiencia sensorial, estos artistas aportan un enfoque moderno y elevan la sidra a un ámbito más conceptual.
Narradores y músicos: la sidra como musa
La sidra también ha inspirado a poetas, narradores y músicos que encuentran en ella un símbolo de la vida asturiana. Canciones populares, relatos costumbristas y piezas de teatro convierten a la sidra en un elemento central de la narrativa cultural. Estos creadores toman la esencia de la sidra y la transforman en palabras, melodías y gestos que conectan generaciones.
La sidra como arte vivo
Reconocer a los artistas de la sidra es entender que cada vaso encierra más que un líquido: contiene la visión de un escanciador, la intuición de un llagarero y la pasión de una comunidad entera. La cultura sidrera asturiana no es solo una tradición, sino una galería viva de creadores que convierten cada momento relacionado con la sidra en una obra de arte. Desde la tierra hasta el vaso, cada paso del proceso es un homenaje al ingenio humano y al vínculo inquebrantable entre Asturias y su bebida más icónica.