Si alguna vez has pasado horas interminables deslizando videos de TikTok o Reels, has reído con memes absurdos o, peor aún, te has quedado pegado viendo noticias trágicas, enhorabuena: tu habénula puede estar sufriendo, y tu motivación para hacer cualquier cosa útil está en coma.
Sí, lo dicen científicos de la Universidad de Oxford (y no, no es una teoría de tu madre): el doomscrolling, ese hábito de consumir compulsivamente contenido negativo o banal en redes sociales, activa una pequeña pero poderosa parte del cerebro llamada habénula, responsable de la motivación y toma de decisiones. Cuando la habénula se dispara en exceso, apaga tu voluntad de actuar.
Básicamente, cuanto más doomscrolling haces, más ganas tienes de… seguir haciendo doomscrolling. Es un ciclo sin fin donde la motivación se esfuma, tu cerebro queda como un flan y el sofá te abraza con fuerza.
¿Por qué pasa esto?
La habénula es una especie de “centinela” cerebral. En la antigüedad, servía para que nuestros ancestros evitaran repetir errores. Si metías la pata, la habénula te bloqueaba: “Amigo, esto salió mal una vez, no vuelvas a hacerlo”. Ahora, las redes sociales han hackeado este sistema.
Cada vez que consumes contenido repetitivo, alarmante o ultra-efímero (sí, hablamos de esos bailes en bucle y noticias del apocalipsis), la habénula se activa para decir: “Quédate aquí, es más seguro que enfrentarte al mundo real”. ¿Resultado? Desmotivación total.
Cómo TikTok y Reels han perfeccionado el arte del ‘cerebro zombie’
Las plataformas saben que te encanta el “scroll infinito”. Los algoritmos están diseñados para que te quedes más tiempo, enganchado como un pez: primero un video de un perrito bailando, luego una receta imposible y, antes de que te des cuenta, estás viendo “10 señales de que tu ex todavía piensa en ti”.
El problema es que estos contenidos no solo te quitan horas de sueño, sino que provocan un daño real. Según estudios, un uso prolongado de redes:
- Reduce la concentración.
- Aumenta la ansiedad y el estrés.
- Genera una adicción digital: cuanto más ves, más necesitas ver.
“El cerebro recibe estímulos inmediatos pero sin recompensa real, lo que crea una falsa sensación de satisfacción. No avanzas, pero sigues pegado”, explican los investigadores de Oxford.
¿Hay esperanza o estamos todos perdidos?
Tranquilo, no todo está perdido. Los expertos aseguran que hay maneras de desintoxicar tu cerebro sin necesidad de mudarte a una cueva o tirar el móvil por la ventana:
- “Zonas libres de móvil”: Crea espacios en tu casa donde el teléfono esté prohibido (como el dormitorio o el baño… sí, sabemos que cuesta).
- La regla del 80/20: Dedica el 80 % de tu tiempo en redes a contenido que te aporte algo (libros, ciencia, cosas bonitas) y solo el 20 % a Reels y TikToks.
- Llama a un amigo: Hablar por teléfono (sí, esa función olvidada de los móviles) activa la conexión emocional y corta el ciclo de doomscrolling.
- Tiempo al aire libre: Sal a la calle, respira aire puro y mira el cielo, que también tiene “contenido” y no necesita WiFi.
- Control de pantalla: Pon un límite diario. Y cuando te salte la alerta de “Has cumplido el tiempo”, hazle caso (no la ignores como siempre).
Dale un respiro a tu habénula
El doomscrolling está dejando a nuestra habénula agotada y a nuestra motivación de vacaciones permanentes. La próxima vez que te sorprendas una hora viendo videos de gatitos que cantan o predicciones del fin del mundo, recuerda: “Tu cerebro merece algo mejor”.
Pon el móvil en modo avión, llama a un amigo, sal a la calle y haz algo. Porque aunque sea doloroso al principio, tu motivación (y tu habénula) te lo agradecerán.
“Si las redes sociales te roban horas de vida y tus ganas de hacer algo, el problema no son los algoritmos: es que tu cerebro necesita una pausa. ¡Despierta, y deja que la habénula respire!”