Asturias, tierra de paisajes verdes y tradiciones, se enfrenta a una realidad menos alentadora cuando se analizan los datos sobre la esperanza de vida y los años de vida saludable de su población. Según el último informe del Ministerio de Sanidad, el Principado ocupa los puestos más bajos en ambos indicadores, situándose entre las cinco comunidades autónomas con menor esperanza de vida de España en 2022.
La longevidad media en Asturias se quedó en 82,5 años, casi un año por debajo de la media nacional, que alcanza los 83,1 años. A pesar de ello, el dato no sorprende, ya que la región lleva años registrando una tendencia descendente similar a la de otras comunidades del norte como Galicia y Castilla y León. Sin embargo, la diferencia con las regiones más longevas, como Madrid (84,5 años) o Navarra (84,2 años), comienza a ser preocupante.
El descenso de 0,4 años respecto a 2021 en la región coincide con la ralentización del indicador a nivel nacional, provocada en gran parte por la crisis sanitaria de la COVID-19, que supuso un parón tras décadas de crecimiento sostenido en la esperanza de vida.
Mujeres y hombres: una brecha de género que persiste
La disparidad entre géneros es otro de los aspectos destacados del informe. Las mujeres asturianas siguen viviendo más y con mejor salud que los hombres. La esperanza de vida de las mujeres alcanza los 85,2 años, mientras que los hombres apenas superan los 79,6 años, lo que supone una brecha de 5,6 años. Esta diferencia no solo es superior a la media nacional, sino que también refleja una tendencia a nivel mundial: las mujeres tienen más probabilidades de superar los 80 años gracias a factores como una mayor atención preventiva y hábitos de vida más saludables.
Además, los datos muestran que las mujeres no solo viven más, sino que lo hacen con más años de vida saludable. En Asturias, los hombres alcanzan los 76,6 años de vida saludable al nacer, mientras que las mujeres llegan a los 79,8 años, con una diferencia de más de tres años.
Menos años de vida saludable: un reto creciente
Si hay algo que preocupa especialmente en Asturias es la calidad de vida en la tercera edad. Aunque la esperanza de vida a los 65 años se sitúa en 21 años de media, los años de vida saludable a esa edad se reducen a 18,2 años, por debajo de la media nacional (18,6 años). Esto significa que un número significativo de personas viven sus últimos años con problemas de salud que limitan su calidad de vida.
El contexto asturiano no es ajeno a factores como el envejecimiento de la población, el sedentarismo y una mayor incidencia de enfermedades crónicas, que impactan directamente en la percepción de una vida plena y activa en la vejez. Este indicador debe servir, según expertos, como una llamada de atención para redoblar esfuerzos en políticas de prevención sanitaria, fomento de la actividad física y acceso igualitario a servicios de salud de calidad.
Asturias frente a la realidad nacional
A nivel nacional, España sigue siendo uno de los países con mayor esperanza de vida del mundo, solo superado por Japón y Suiza. La media de 83,1 años refleja una tendencia a la recuperación tras la caída experimentada en 2020 debido a la pandemia. Sin embargo, las diferencias regionales son claras: mientras Madrid y Navarra lideran la tabla con una longevidad en torno a los 84 años, Andalucía, Murcia y Canarias se encuentran a la cola junto a Asturias.
Esta brecha responde a factores económicos, sociales y de acceso a recursos sanitarios que condicionan directamente la salud de la población. Asturias, con una economía dependiente históricamente de la industria y el envejecimiento de su pirámide poblacional, presenta mayores dificultades para equipararse a las comunidades más avanzadas en estos indicadores.
Los expertos advierten: el futuro pasa por la prevención
El desafío que enfrenta Asturias en términos de longevidad y calidad de vida es multidimensional. Médicos y expertos en salud pública coinciden en que es necesario apostar por la prevención, desde la infancia hasta la vejez, y por políticas que promuevan la actividad física, la alimentación saludable y la detección temprana de enfermedades crónicas como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares.
Por otra parte, es crucial reducir las desigualdades de género en salud y garantizar que los hombres asturianos puedan acceder a programas específicos que mejoren sus hábitos de vida y aumenten su esperanza y calidad de vida.
“No basta con vivir más años; debemos asegurarnos de que esos años sean de calidad, con salud y autonomía”, concluyen los especialistas del Ministerio de Sanidad.
Una llamada a la acción
Asturias tiene ante sí un reto inaplazable: revertir los datos que la sitúan entre las regiones con menor esperanza de vida y menos años de vida saludables. A través de políticas públicas efectivas, una mayor conciencia ciudadana y el compromiso de las instituciones, el Principado puede avanzar hacia un futuro donde la longevidad y la calidad de vida sean derechos garantizados para toda su población.
Mientras tanto, los asturianos siguen enfrentándose a una realidad dual: un entorno natural privilegiado y un sistema sanitario sólido, pero también un camino largo por recorrer para garantizar que cada año ganado sea también un año vivido con salud.