Marisa Paredes, la eterna dama del cine español, nos dice adiós a los 78 años

Marisa Paredes, la eterna dama del cine español, nos dice adiós a los 78 años

Marisa Paredes, actriz icónica del cine español, ha fallecido a los 78 años dejando tras de sí un legado inigualable. Musa de Pedro Almodóvar, referente del cine internacional y símbolo del compromiso con la cultura y la sociedad, Paredes vivió con pasión su amor por la interpretación hasta el último día.

 

Un talento innato desde Santa Ana
María Luisa Paredes Bartolomé, conocida artísticamente como Marisa Paredes, nació el 3 de abril de 1946 en Madrid. Desde pequeña, su vida ya orbitaba en torno a las tablas y los escenarios. Criada cerca de la plaza de Santa Ana, Marisa creció bajo la mirada atenta de la estatua de Calderón de la Barca. En esa misma plaza, con el Teatro Español como testigo, nació una vocación que, como ella misma decía, “llevaba dentro”.

A los 14 años debutó en el cine con “091 Policía al habla” (1960) de José María Forqué. Fue el primer paso de una trayectoria que recorrería más de seis décadas, forjando a una de las actrices más importantes y queridas del cine español.

Un giro en los 80: de Fernando Trueba a Pedro Almodóvar
Los años 60 y 70 consolidaron a Marisa Paredes con papeles secundarios tanto en cine como en teatro. Sin embargo, su gran momento llegaría en los años 80, cuando el cine español iniciaba su explosión creativa tras la dictadura. De la mano de Fernando Trueba, brilló en “Ópera prima” (1980), pero fue en 1983 cuando su carrera daría un giro definitivo con Pedro Almodóvar y la película “Entre tinieblas”.

Con Almodóvar, Marisa encontró personajes que la inmortalizarían. Fue la inolvidable Becky del Páramo en “Tacones lejanos” (1991), una diva del espectáculo atrapada entre luces y sombras; y la escritora Amanda Gris en “La flor de mi secreto” (1995), un papel que le valió una nominación al Goya. También participó en “Todo sobre mi madre” (1999), una de las obras más aclamadas del cineasta manchego, y años más tarde, en “La piel que habito” (2011).

Ser una "chica Almodóvar" no solo consolidó su prestigio, sino que también llevó su talento a la escena internacional, convirtiéndose en un símbolo del cine español contemporáneo.

El salto al cine internacional
Marisa Paredes fue también una actriz global, trabajando con los mejores directores del panorama mundial. Encarnó a la madre del protagonista en “La vida es bella” (1997), la conmovedora película de Roberto Benigni galardonada con el Oscar. Con Guillermo del Toro participó en la enigmática “El espinazo del diablo” (2001) y dejó su huella en títulos como “Profundo Carmesí” (1996) de Arturo Ripstein o en producciones francesas e italianas de cineastas como Amos Gitai, Raoul Ruiz, Daniel Schmid y Cristina Comencini.

Su trayectoria fue versátil y arriesgada, interpretando mujeres complejas, ambiguas y apasionadas, todas ellas llenas de humanidad.

Presidenta de la Academia y un legado cultural
Además de su trabajo en la gran pantalla, Marisa Paredes tuvo un firme compromiso con el cine español. Fue presidenta de la Academia de Cine entre 2000 y 2003, un cargo en el que defendió con valentía los intereses de la cultura. Su figura destacó especialmente en la gala de los Premios Goya de 2003, donde se posicionó contra la guerra de Irak en un gesto que aún hoy se recuerda.

En 2018, la Academia reconoció su trayectoria con el Goya de Honor, un premio que celebró una carrera impecable y llena de matices.

Una mujer de talento, sensibilidad y compromiso
En sus últimas entrevistas, Marisa recordaba su niñez, su amor por el teatro y sus años de trabajo como una afortunada carrera. “He vivido muchos personajes y todos ellos me han enseñado algo”, decía con su característico tono sereno y elegante.

Fue también una mujer discreta en lo personal, madre de la actriz María Isasi, y pareja durante años de Chema Prado, exdirector de la Filmoteca Española.

El adiós a una dama eterna
Marisa Paredes nos deja el 17 de diciembre de 2024, a los 78 años, pero su voz, su mirada y su presencia permanecerán imborrables en la memoria del cine. Interpretaciones como Becky del Páramo, Amanda Gris o la madre en “La vida es bella” son solo una muestra de un talento que trascendió fronteras y generaciones.

Hoy, el cine español despide a una de sus grandes damas. Marisa Paredes, la eterna actriz de las mujeres fuertes y pasionales, seguirá viva en cada fotograma, en cada aplauso y en cada corazón que la haya visto brillar en la pantalla.

“Mi vocación nació conmigo”, decía Marisa. Hoy, esa vocación se convierte en legado. Adiós, Marisa, y gracias por tanto.”

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