Un análisis genético parcial y semanas de vigilancia llevaron a la detención de Boris S. M., autor de la agresión a una menor en Gijón.

La detención de Boris S. M., señalado como el violador de Somió, marca el desenlace de un complejo caso en el que la ciencia forense y la meticulosa labor policial fueron decisivas. La agresión, que tuvo lugar el pasado 30 de octubre, conmocionó a Gijón por la brutalidad y la premeditación con que fue llevada a cabo.

El ataque: planificación y precisión

La víctima, una joven de 17 años, caminaba por el camino de los Lirios en el barrio de Somió cuando fue abordada por un hombre encapuchado. El agresor la inmovilizó, le cubrió los ojos con cinta adhesiva y le ató las manos con bridas, reteniéndola durante una hora. Boris S. M. había estudiado minuciosamente la zona y utilizado su motocicleta para inspeccionarla en los días previos al ataque.

Aunque tomó precauciones como usar guantes y un pasamontañas para evitar dejar rastros, los investigadores de la Policía Nacional lograron recuperar una muestra mínima de ADN de la ropa de la víctima, lo que se convertiría en la clave para resolver el caso.

El ADN: un vínculo familiar

El análisis genético inicial no encontró coincidencias directas en la base de datos de delincuentes sexuales, pero reveló una conexión parcial con el ADN de otro individuo: un hombre mayor fichado años atrás por agresiones sexuales. Este dato apuntaba a que el agresor compartía un vínculo familiar directo con este delincuente registrado.

La investigación entonces se centró en identificar a los varones del entorno del hombre fichado, lo que llevó a los agentes a Boris S. M., su hijo, un conocido ladrón violento sin antecedentes por delitos sexuales. A pesar de no tener relación con su padre desde hacía años, el ADN no dejó lugar a dudas.

Detención: resistencia y análisis definitivo

El 17 de noviembre, tras días de vigilancia, los agentes arrestaron a Boris S. M. en un piso compartido en la calle Ribadesella de Gijón. Durante la operación, el sospechoso opuso resistencia, enfrentándose físicamente a los agentes. Más tarde, se le tomó una muestra de ADN indubitada que confirmó de manera concluyente su vínculo con la muestra encontrada en la ropa de la víctima.