¿Te imaginas comprar un piso a una entrañable anciana de 90 años pensando en un "chollo" inmobiliario y acabar pagando más que por un ático en Manhattan? Pues eso fue lo que le pasó a André-François Raffray, un abogado francés que probablemente jamás volvió a mirar una calculadora del mismo modo.
El negocio del siglo (o no tanto)
Raffray, un tipo astuto y amante de las gangas, hizo un trato con Jeanne Calment, una mujer que por aquel entonces tenía 90 años. El acuerdo parecía redondo: le pagaría una mensualidad de 2.500 francos a cambio de quedarse con su coqueto apartamento en Arlés al fallecer. "Esto será rápido", debió pensar el abogado mientras firmaba con una sonrisa. Jeanne, por su parte, también sonrió… pero por razones que él no podía imaginar.
Lo que Raffray no sabía es que acababa de sellar un pacto con la persona más longeva registrada en la historia de la humanidad. Jeanne vivió 32 años más, hasta los 122 años, convirtiéndose en una leyenda, no solo por su edad, sino por su habilidad para protagonizar el peor negocio inmobiliario de todos los tiempos. ¡El abogado incluso falleció antes que ella!
Cuando le preguntaron a Jeanne sobre el acuerdo, su respuesta fue tan afilada como las tijeras de su sastre:
“En la vida, a veces se hacen malos negocios”.
La nuda propiedad: entre la apuesta y el suspense
Este modelo, que en España se está poniendo de moda, funciona igual que el "negocio" de Jeanne: compras un inmueble a una persona mayor, quien conserva el derecho a vivir en él hasta que decida mudarse… o fallezca. El precio, eso sí, es mucho más bajo que el de mercado. Suena bien, ¿verdad? Pero ojo, porque aquí no estás comprando un piso, estás apostando contra la longevidad. Y como Jeanne demostró, nunca subestimes la resistencia de una abuelita motivada.
En nuestro país, la nuda propiedad se ha disparado. Cada vez más mayores optan por vender sus casas bajo esta fórmula para obtener liquidez sin renunciar a su hogar. Y cada vez más inversores sueñan con "el chollo perfecto". Pero, ¿y si la longevidad juega en tu contra? ¿Qué pasa si tu inversión se convierte en un maratón de paciencia? Como decía un comprador arrepentido:
“Al final, el piso me salió como si lo hubiera comprado en la Gran Vía… y lo heredaron mis nietos”.
¿Es un buen negocio o un juego de azar?
Los expertos aseguran que la nuda propiedad es una inversión atractiva, con precios que pueden ser hasta un 50% más bajos que el mercado convencional. Pero no es para impacientes. Aquí juegan variables como la edad del vendedor y, sobre todo, su espíritu de supervivencia. Así que, si decides apostar por esta fórmula, prepárate para largos años de convivencia a distancia con alguien que probablemente te gane al mus y al pulso de la vida.
La lección de Jeanne Calment
La historia de Jeanne y Raffray nos deja dos moralejas:
- Nunca subestimes a una persona mayor, especialmente si tiene buen humor y una dieta a base de chocolate y vino (Jeanne consumía ambos religiosamente).
- Antes de embarcarte en la nuda propiedad, consulta con un experto… y con un médico, porque este negocio puede poner a prueba tu paciencia y tu presión arterial.
Así que, ¿te atreves a comprarle el piso a esa entrañable abuelita? ¡Hazlo bajo tu propio riesgo! Y si algún día te encuentras con alguien como Jeanne, recuerda: quizás no esté vendiendo un piso, sino enseñándote la lección más cara de tu vida.