La detención de Boris S. M., el presunto autor de la brutal agresión sexual ocurrida en Somió, ha abierto un oscuro capítulo que sacude no solo a Gijón, sino a toda Asturias. Mientras los investigadores indagan en cada detalle del caso, surge una inquietante hipótesis: este hombre, con un pasado marcado por la delincuencia, podría estar implicado en otras violaciones en Asturias, León y Cantabria.
Un depredador meticuloso
Boris S. M., de 44 años, no es un desconocido para las fuerzas del orden. Su nombre figura en los archivos de la justicia desde los años 90, cuando integraba la temida "banda del Fiat Uno", un grupo delictivo conocido por sus robos y asaltos. Sin embargo, lo que entonces era un joven con problemas legales ahora se revela como un potencial depredador sexual que habría planificado minuciosamente su ataque.
Según fuentes policiales, el presunto agresor pasó semanas estudiando el lugar del ataque, recorriendo en motocicleta el tranquilo barrio de Somió, en Gijón. El 13 de noviembre, aprovechó la oscuridad del camino de Los Lirios, cercano al Instituto El Piles y al Club de Tenis, para interceptar a una joven de 17 años. Tras someterla y consumar la agresión, intentó borrar cualquier rastro de su delito lavando a la víctima, un detalle que, lejos de ocultarlo, reveló la frialdad de su modus operandi.
¿Un patrón que se repite?
La investigación va más allá de este caso. La Policía Nacional ha comenzado a cotejar pruebas y patrones en casos de agresiones sexuales no resueltos en Asturias y comunidades limítrofes como León y Cantabria. Las autoridades temen que Boris S. M. pudiera haber actuado en más ocasiones durante los periodos en los que estaba en libertad.
“Es un perfil que requiere análisis profundo. Sus movimientos y su capacidad para pasar desapercibido plantean interrogantes sobre otros posibles hechos similares”, señaló una fuente cercana al caso.
Un pasado marcado por el silencio
Boris S. M. compartía piso en el barrio de Laviada, en Gijón. Sus compañeros, ahora atónitos, aseguran que nada en su comportamiento cotidiano les hacía sospechar de su doble vida. Lo describen como un hombre reservado, que solía andar solo y mostraba un cierto orgullo por su físico. Ese carácter solitario y calculador encaja con el perfil que los expertos atribuyen a agresores de este tipo: metódicos, fríos y capaces de camuflarse entre la normalidad.
La conmoción social y las medidas
El caso ha encendido un debate sobre la seguridad en zonas residenciales como Somió, donde la tranquilidad parecía estar garantizada. Los vecinos exigen mayor vigilancia y medidas preventivas más efectivas para evitar que sucesos similares se repitan. Además, este caso plantea preguntas incómodas sobre cómo se supervisa a personas con antecedentes penales que podrían reincidir.
Mientras tanto, la joven víctima y su familia permanecen bajo el apoyo de servicios especializados en violencia de género. Este apoyo será crucial para ayudarla a superar una experiencia que ha marcado no solo su vida, sino también la percepción de seguridad en su comunidad.
Un caso abierto
La investigación continúa, y las autoridades trabajan contra el reloj para aclarar si el horror vivido en Somió es un episodio aislado o parte de un patrón más amplio. De confirmarse que Boris S. M. está vinculado a otras agresiones sexuales, el caso podría adquirir una dimensión aún más escalofriante.
La detención de este hombre representa un avance significativo, pero también deja al descubierto la necesidad de reforzar los sistemas de prevención y respuesta frente a la violencia sexual. Asturias, conmocionada, observa con atención el desarrollo de un caso que podría marcar un antes y un después en la lucha contra este tipo de delitos.