El 27 de noviembre de 2014, la tranquila localidad de San Juan de la Arena, en Soto del Barco, Asturias, fue sacudida por una tragedia que dejó una marca imborrable en la comunidad. Amets y Sara, de 9 y 7 años respectivamente, fueron asesinadas por su padre durante una visita programada tras la separación de sus padres. Este acto de violencia vicaria, donde el agresor busca infligir el máximo dolor a la madre a través del daño a los hijos, conmocionó a toda España.
Bárbara García, madre de las niñas, recuerda con dolor y amor a sus hijas. "Me contenta ver que se las recuerda", expresa, destacando la importancia de mantener viva su memoria. A lo largo de estos diez años, Bárbara ha encontrado consuelo en la comunidad que la rodea y en las iniciativas que han surgido para honrar a Amets y Sara.
En conmemoración del décimo aniversario de su fallecimiento, Soto del Barco ha organizado diversos actos en honor a las niñas. El parque donde solían jugar ha sido decorado con mariposas de ganchillo, símbolo de transformación y esperanza, elaboradas por mujeres de toda la comarca. Esta iniciativa busca no solo recordar a Amets y Sara, sino también concienciar sobre la violencia vicaria y la necesidad de proteger a los más vulnerables.
La violencia vicaria ha cobrado mayor visibilidad en los últimos años, con casos que han estremecido al país. Según datos del Ministerio de Igualdad, en 2024 se ha registrado la cifra más alta de menores asesinados por violencia vicaria desde que se tienen registros, con diez víctimas en los primeros ocho meses del año.
Bárbara García ha encontrado en el recuerdo de sus hijas la fuerza para seguir adelante. "Estos diez años han sido un ir tirando... Y también para darme cuenta de todo el tiempo que ha pasado cuando veo a algún compañero de ellas con 19 y 17 años ya", reflexiona. Su resiliencia y determinación han inspirado a muchos, convirtiéndose en un símbolo de la lucha contra la violencia vicaria.
La comunidad de Soto del Barco continúa unida en el recuerdo de Amets y Sara, reafirmando su compromiso de no olvidar y de trabajar juntos para prevenir futuras tragedias. Los homenajes y actos conmemorativos no solo honran la memoria de las niñas, sino que también sirven como un llamado a la acción para proteger a los más vulnerables y erradicar la violencia en todas sus formas.