Un equipo de investigadores de la Universidad de Oviedo y la Estación Biológica de Doñana ha descubierto que las ranas que habitan en la zona de exclusión de Chernóbil no presentan alteraciones en su edad ni en su ritmo de envejecimiento a pesar de la exposición a radiación. Este estudio, publicado en la revista británica Biology Letters, arroja luz sobre los efectos a largo plazo del desastre nuclear de 1986 en la fauna local, y revela que los niveles actuales de radiación no son suficientes para causar un envejecimiento acelerado en estos anfibios.
Un refugio de vida en medio de la radiación
Encabezado por Germán Orizaola, profesor de Zoología de la Universidad de Oviedo, y Pablo Burraco, de la Estación Biológica de Doñana-CSIC, el estudio se centra en la rana de San Antonio oriental (Hyla orientalis). A través de un muestreo que abarcó tanto las áreas más contaminadas como aquellas sin radiación, los investigadores examinaron más de 200 ranas y midieron su exposición a elementos radiactivos como cesio y estroncio. Orizaola subraya que "los niveles de radiación en Chernóbil no parecen suficientes para causar daños crónicos en estos organismos", sugiriendo que la zona de exclusión puede actuar como un inesperado refugio para la fauna.
La edad y el envejecimiento de las ranas, al descubierto
Los investigadores utilizaron técnicas precisas para determinar la edad y ritmo de envejecimiento de las ranas, calculando la edad de los anfibios a partir de las líneas de crecimiento óseo, al igual que se hace con los anillos de los árboles. Además, analizaron la longitud de los telómeros (estructuras protectoras de los cromosomas que se acortan con cada división celular) y midieron la hormona corticosterona en sangre para evaluar la respuesta de estrés. Según Pablo Burraco, “este estudio es una de las evaluaciones más precisas de la radiación absorbida en un vertebrado en Chernóbil".
La fauna de Chernóbil: una historia de resiliencia
A casi cuatro décadas de la catástrofe nuclear, la investigación muestra que los niveles de radiación en la zona de exclusión han disminuido significativamente. Esto ha permitido la recuperación del ecosistema, convirtiendo a Chernóbil en una de las reservas naturales más inesperadas de Europa. “Es fundamental preservar este espacio, que hoy en día actúa como un santuario para la fauna salvaje”, señala Orizaola, destacando la importancia de evaluar los efectos actuales y futuros de la radiación en un entorno que la naturaleza ha reclamado.
Este estudio no solo aporta datos valiosos sobre la resiliencia de los anfibios, sino que también invita a reflexionar sobre cómo la naturaleza puede adaptarse e incluso prosperar en ambientes adversos, planteando interrogantes sobre el verdadero impacto de los desastres nucleares en la biodiversidad a largo plazo.