La reciente DANA que golpea a la Comunidad Valenciana ha dejado un saldo provisional de 162 fallecidos y una estela de devastación en el Mediterráneo. Este fenómeno, caracterizado por lluvias torrenciales que superaron los 500 litros por metro cuadrado en pocas horas, es "comparable en su peligrosidad a los huracanes tropicales", según el experto en climatología Jorge Olcina. Sin embargo, la DANA difiere en que provoca precipitaciones mucho más intensas y concentradas, pero con menos impacto en cuanto a la velocidad del viento.
Una tormenta impulsada por un Mediterráneo más cálido
Olcina, quien dirige el Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante y es expresidente de la Asociación de Geógrafos Españoles, ha explicado que la excepcional intensidad de esta DANA se debe en gran parte a las altas temperaturas del Mediterráneo, que aún se mantienen en torno a los 23 grados. “Por encima de los 20 grados, el mar transfiere calor al aire, intensificando los sistemas nubosos y desencadenando lluvias torrenciales”, señala Olcina. Esto, sumado a los cambios atmosféricos, genera tormentas con una energía que convierte el agua en auténticas trombas.
Cambio climático: un acelerador de desastres
El calentamiento global está acortando los períodos de retorno de las DANAS intensas, según advierte Olcina. Donde antes estos episodios ocurrían cada 15 años, ahora pueden repetirse cada cinco, un cambio que el experto atribuye al aumento de la temperatura en el Mediterráneo, impulsado por las emisiones de CO₂. Estas emisiones alcanzaron un nuevo máximo en 2023, lo que agrava los fenómenos extremos en una región especialmente vulnerable a sus efectos.
Urgencia de una “educación para el riesgo”
A medida que el impacto de la DANA en Valencia se agrava, Olcina hace un llamado a mejorar la "educación para el riesgo" entre la población. Critica que, pese a las alertas rojas emitidas por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y Protección Civil, muchas personas no adoptan las precauciones necesarias. Olcina sugiere que, en casos de extremo peligro, se introduzca un código de alerta negro para reforzar la seriedad de estos avisos y proteger más eficazmente a la población. “Cuando se declara un aviso rojo, las personas deben entender que quedarse en casa puede ser una cuestión de vida o muerte”, recalca.
Aceleración en la implementación de alertas móviles
Otro de los puntos que Olcina considera crítico es la rapidez en la implementación del sistema de alertas a móviles, que en Europa ya se encuentra en fase avanzada. En España, sin embargo, la implantación es lenta, algo que para Olcina debería cambiar, especialmente en zonas de riesgo como las costas mediterráneas. Con este sistema, la población podría recibir alertas inmediatas en sus teléfonos móviles, lo que ayudaría a tomar decisiones más informadas y rápidas ante emergencias climáticas.
Conclusión: un llamado a la adaptación y precaución
Con fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes, el mensaje de los expertos es claro: el cambio climático está reconfigurando el Mediterráneo. Ante esta nueva realidad, la sociedad necesita adaptarse, no solo con infraestructura adecuada, sino también con una cultura de respeto y precaución ante las advertencias meteorológicas.