Lo que comenzó como una entusiasta expedición desde Asturias hacia San Agustín, Florida, pronto se transformó en un viaje lleno de obstáculos. Con el primer vuelo desde Oviedo ya atrasado, la delegación asturiana tuvo que cambiar rápidamente de avión, solo para enfrentar otra inesperada espera de tres horas en pista debido a una nueva avería. Las horas se alargaron, y los pasajeros, agotados, sintieron cómo su paciencia se iba poniendo a prueba, aunque la determinación de llegar a su destino los mantenía firmes.
Finalmente, tras un largo periplo, aterrizaron en tierras americanas cuando el sol apenas comenzaba a asomarse en el horizonte. El cansancio se reflejaba en sus rostros, pero la emoción de llegar a San Agustín—ciudad hermana de Avilés—les infundía nuevas energías. Allí, en el corazón de Florida, una exposición esperaba, símbolo de la conexión entre ambas ciudades y de una historia que remonta a siglos atrás, cuando Pedro Menéndez de Avilés pisó esas mismas tierras.
El grupo avanzó hacia el recinto donde se inaugurará la muestra en unos días. Esta exposición, abierta hasta diciembre, reunirá piezas de dos figuras destacadas del arte asturiano, Favila y Nardo Villaboy, cuyas obras resaltan los lazos culturales entre Asturias y América. Las esculturas de Favila, en especial la imponente figura de Pedro Menéndez, serán un recordatorio de la perseverancia asturiana, tanto en el pasado como en este accidentado presente.
El momento de la llegada frente a la escultura de Menéndez fue casi ceremonioso. Cada miembro de la delegación se detuvo, comprendiendo que aquella estatua simbolizaba mucho más que un simple homenaje; era la representación viva de un vínculo histórico que, como ellos mismos en este viaje, había superado distancias y vicisitudes para reunirse de nuevo.