La historia de los juicios de brujas en Europa está llena de creencias y estereotipos tan absurdos como peligrosos, y uno de los mitos más curiosos sostiene que si una mujer pesaba más de 50 kilos, difícilmente sería considerada una bruja. ¿Por qué? Pues porque, según la lógica de aquellos tiempos, 50 kilos era la capacidad máxima de elevación de una escoba; por lo tanto, cualquier mujer más pesada que eso, simplemente no podría volar para su supuesto "aquelarre" nocturno. Esta peculiar idea revela tanto la creatividad como la ignorancia que guiaba las creencias medievales.
En realidad, la caza de brujas estuvo marcada por la persecución de mujeres vulnerables y marginadas: muchas eran viudas, ancianas, o simplemente mujeres pobres que practicaban medicina popular o vivían fuera de las normas sociales. Estas mujeres, conocidas como "curanderas" o incluso comadronas, caían fácilmente bajo sospecha por sus habilidades y, a menudo, eran las primeras en ser acusadas de pactos con el diablo, sobre todo en momentos de crisis o desastres naturales, cuando la sociedad buscaba chivos expiatorios para canalizar sus miedos. Las autoridades, ansiosas de mantener el orden social y religioso, no dudaban en aplicar torturas y métodos brutales para lograr confesiones "voluntarias" de brujería, sin que importara demasiado el peso de la acusada (aunque en algunos casos, efectivamente, se la sometía a la famosa "prueba de flotación" para verificar si era una bruja).
La obsesión con el peso de las supuestas brujas nos recuerda que la sociedad de aquellos siglos se guiaba más por leyendas que por hechos, aplicando métodos "científicos" tan irrisorios como horribles. Los hombres de la época llegaron incluso a formular ideas sobre el vuelo y los "medios de transporte" de las brujas, justificando sus persecuciones en criterios inverosímiles y reforzando estereotipos que afectaron a cientos de mujeres, la mayoría inocentes y sin relación alguna con el ocultismo. Esta curiosa mezcla de ignorancia y misoginia derivó en una verdadera cacería en la que las mujeres eran las principales víctimas: en algunas regiones, el 90% de las acusadas de brujería eran mujeres.
Afortunadamente, la persecución de mujeres por ser "demasiado ligeras" o "demasiado sabias" es cosa del pasado, aunque no deja de resultar intrigante cómo estos mitos persisten en el imaginario colectivo. Hoy, más que temer ser identificadas como brujas, podemos observar con humor los absurdos juicios de antaño, que incluían el peso como un criterio de "culpabilidad". Y, desde luego, si te preocupa tu peso, al menos puedes estar tranquila de que en aquellos tiempos no habrías sido vista como una "seria" amenaza a bordo de una escoba.