La reciente tormenta DANA ha dejado una huella imborrable de devastación en el suroeste de España, golpeando con fuerza inusitada a comunidades como Murcia, Alicante y Valencia. Este fenómeno, caracterizado por una masa de aire frío en niveles altos que se mezcla con el aire cálido y húmedo del Mediterráneo, se intensificó de manera sorpresiva, alcanzando una magnitud histórica que se tradujo en lluvias torrenciales, granizadas y tornados que provocaron al menos 51 fallecidos y un número indeterminado de desaparecidos.

En la Comunidad Valenciana, los residentes quedaron atrapados en sus viviendas y vehículos ante la rápida crecida de los cauces. En Ontinyent, el colapso de un supermercado forzó la evacuación de más de 300 personas, mientras que en las cercanías, varios hogares fueron arrasados por deslizamientos de tierra. "Nunca habíamos visto algo así; las calles se convirtieron en ríos en minutos", relata un residente local. Los servicios de emergencia, desbordados, han trabajado incansablemente en labores de rescate, empleando helicópteros y drones para localizar a personas atrapadas en los tejados y árboles.

Las autoridades regionales en Murcia y Alicante se enfrentan a un panorama similar, donde el impacto de la DANA fue amplificado por las fuertes precipitaciones y vientos. Un tornado en Mazarrón generó terror entre los residentes, destruyendo varias viviendas y estructuras. Las lluvias dejaron en pocas horas más de 200 litros por metro cuadrado, inundando carreteras y zonas agrícolas, afectando severamente los cultivos de la región, especialmente en áreas como el Valle de Guadalentín, donde se han reportado pérdidas multimillonarias.

La respuesta gubernamental no se ha hecho esperar. El presidente Pedro Sánchez ha anunciado medidas de emergencia, y se ha solicitado el apoyo de la Unidad Militar de Emergencias (UME) para asistir en las tareas de rescate y apoyo logístico. El impacto psicológico y social también ha sido profundo, con familias enteras que lo han perdido todo y se han quedado sin hogar. Las instituciones locales y regionales están gestionando alojamientos temporales y organizando redes de apoyo psicológico.

Los expertos coinciden en que el cambio climático está exacerbando la intensidad y frecuencia de fenómenos como la DANA. Según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), este tipo de tormentas podría volverse más frecuente, impulsado por el aumento de la temperatura del Mediterráneo, que potencia la formación de tormentas violentas con un enorme potencial destructivo. Las autoridades están tomando en cuenta nuevas estrategias de mitigación y planes de infraestructura que refuercen los sistemas de drenaje y defensas contra inundaciones para proteger a las comunidades vulnerables.

En los próximos días, se prevén nuevas precipitaciones en las Islas Baleares y el sureste de la península, por lo que se mantiene una alerta naranja.