Los predadores no solo reducen las poblaciones de sus presas al alimentarse de ellas. Simplemente el miedo que provocan en sus víctimas, sin que ni siquiera haya un contacto directo, hace que estas reduzcan el tamaño de su descendencia, según un estudio realizado con gorriones en libertad.
“Es la primera vez que se observa que el miedo, de manera aislada, afecta en el nacimiento y la supervivencia de poblaciones salvajes”, asegura a SINC Liana Zanette, autora del trabajo e investigadora de la Universidad de Ontario.
La sensación de peligro causa una reducción del 40% en el número de descendencia de gorriones al año, según las conclusiones de esta investigación.
“Hemos conseguido comprender de manera total el impacto de los depredadores en las poblaciones de sus presas: reducen la población tanto matando a los pájaros como asustándoles”, sostiene Zanette.
Experimento en poblaciones salvajes
En el experimento, los investigadores protegieron las poblaciones de gorriones libres, mediante redes y vallas electrificadas, para que los predadores no las atacaran directamente. “De esta manera, nos aseguramos de que cualquier reducción en el tamaño de la descendencia no estaba relacionada con la caza, sino que tenía que deberse al miedo por sí solo”, explica Zanette.
Después, en algunas poblaciones de pájaros simularon un peligro inminente–con sonidos de depredadores acercándose-, mientras que con otros mantuvieron una situación de seguridad, reproduciendo sonidos ‘benignos’. “Los altavoces sonaban cada pocos minutos durante las 24 horas del día, a lo largo de los 130 días de la temporada de cría”, detalla la autora.
Los gorriones que escucharon los sonidos de los depredadores pusieron menos huevos, situaron los nidos en lugares más aislados y realizaron menos viajes para conseguir comida, lo que ponía en desventaja a sus crías.
“Los pájaros modifican su comportamiento con el fin de reducir las posibilidades de los depredadores encuentren el nido”, explica a SINC Thomas E Martin, investigador de la Universidad de Montana (EE UU) que comenta el artículo en Science. Como resultado de esto, las poblaciones observadas redujeron el número de crías con plumas en un 40%.
El coste del miedo
Los investigadores concluyen que la influencia de los cazadores en el ecosistema no se reduce a su consumo, sino que su mera presencia puede afectar a las otras especies.
“La reducción en el número de crías, producido por los cambios en el comportamiento de los padres, es el coste del miedo de depredación”, indica Martin.
Estas conclusiones, según los investigadores, pueden extrapolarse a otras especies. “Los efectos observados son resultado de un comportamiento que es indicativo de miedo en cualquier animal”, observa Zanette.
Según los investigadores, este fenómeno debería tenerse en cuenta en el estudio de dinámicas de poblaciones. “Los modelos actuales solo consideran como costes demográficos la mortalidad provocada por los depredadores, al comerse los huevos y las aves recién nacidas de los nidos”, explica Martin.
“Pero este estudio demuestra que los costes existen incluso en ausencia de depredación real, y se deben considerar en las teorías”, concluye el investigador.
Imagen: Liana Zanette