La escena podría haber sido el final de una película de aventuras, donde los héroes, tras haber sorteado mil obstáculos, se reúnen para capturar el momento de la victoria. Así luce este selfie de los premiados en los Princesa de Asturias 2024: rostros sonrientes, un brillo en la mirada y esa chispa de satisfacción de quien sabe que su trabajo está dejando una marca en el mundo. El grupo, que representa lo mejor de las artes, las ciencias y el deporte, posa con frescura, naturalidad y hasta un toque de complicidad.
Joan Manuel Serrat, el legendario “noi del Poble Sec”, recién retirado de los escenarios, parece llevar en su sonrisa una vida entera de canciones, vivencias y poesía. Con el Premio en la categoría de Artes bajo el brazo, su mirada dice mucho: es el colofón perfecto para una carrera que ha capturado los “pequeños detalles” que nos hacen humanos.
A su lado, Carolina Marín, la “fuerza imparable” del bádminton, muestra la sonrisa de quien ha conquistado el mundo. Primera no asiática en alcanzar el oro olímpico en su disciplina, su postura en la foto es casi la de una campeona que ya ha hecho historia y sabe que lo mejor está aún por venir.
Marjane Satrapi, autora de la célebre Persépolis y defensora de la libertad de expresión, parece que está a punto de contarnos alguna anécdota de su lucha por los derechos humanos. Con su trabajo, ha dado voz a quienes permanecen en silencio y ha desafiado regímenes con el poder de su pluma y su arte visual.
En el centro de la imagen, Michael Ignatieff, galardonado en Ciencias Sociales, aporta una dosis de reflexión y humanismo. Su presencia nos recuerda que la libertad y la dignidad humana son conquistas que deben protegerse, y su rostro refleja la gravedad de quien ha explorado, tanto en teoría como en práctica, el impacto del respeto mutuo en la sociedad.
A su lado, la poeta rumana Ana Blandiana, con una mirada llena de paz y profundidad, personifica la sabiduría de quien ha transformado el dolor en poesía. Su expresión en la foto revela la serena alegría de una vida dedicada al arte y a la memoria histórica.
Por último, en representación de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), este selfie celebra la unión de los pueblos hispanoamericanos en torno a la educación, la cultura y la cooperación.
En esta instantánea, hay algo mágico: no es solo un grupo de premiados, es la convergencia de historias, de lucha, de innovación y de esperanza. Cada rostro cuenta una historia que, unida a las demás, teje el retrato de una humanidad que avanza, celebra y no se rinde.